19/07/2010

CADA CREYENTE UN MINISTRO


Textos : Hechos 9:15 / 1 Ped. 2:9

Introducción: Dos principios en contraste: vocación única o universal

Tanto en el A.T., como en el N.T. pero de manera mucho más evidente en el N.T., encontramos dos principios aparentemente contradictorios que, sin embargo, son complementarios aunque hoy, considerados a muy larga distencia de cuando fueron expuestos, nos parezcan estar situados en contraste: el carácter único, singular, personal y colegiado del ministerio o sacerdocio en el pueblo de Dios y el ministerio o sacerdocio universal de todo el pueblo de Dios.

1. La vocación ministerial individualizada: el ministerio institución
Aunque al principio, en la época pratiarcal, no existía una casta o tribu sacerdotal sino que estaba establecido que el primogénito de cada familia fuera ofrecido al Señor como jefe espiritual o sacerdote de la misma para ofrecer los sacrificios, a partir del éxodo el Señor decidió excoger una de las doce tribus, la de Leví, y de ésta la familia de Aaron, para que se ocupara del culto en el santuario, quedando las otras familias de esa tribu, los levitas, al servicio de los menesteres del santuario. Así nació en Israel el sacerdocio y los levitas como institución, en ellos no había un llamamiento personal sino que era un ministerio hereditario que se ejercía en base a la pertenencia a una tribu y familia del pueblo (Ex. 28:1,2; Núm. 1:50-53)

En el N.T., la institución ministerial no se establece sobre la base de la pertenencia a una determinada familia, sino a la vocación individualizada que cada ministro recibe de Dios mismo y que es reconocida, más tarde, por la iglesia mediante la ordenación e imposición de manos (ministerio itinerante de los apóstoles, evangelistas y pastores) o bien mediante la elección, por parte de los fieles, de aquellas personas a las que se les confía el ministerio dentro de una comunidad local y que también son ordendas por la imposición de manos para el ejercicio de ese ministerio (ancianos, obispos, pastores locales).

En relación con el A.T. el ministerio en el N. se asemeja mucho más al profetismo que al sacerdocio por la naturaleza de su vocación y por la función, mucho menos implicada en los aspectos cultuales y mucho más en la proclamación del mensaje de Dios.

El carácter singular, único, personal, individualizado del ministerio cristiano, como vocación y como función, así como su condición de institución colegiada, de cuerpo de servidores dentro de la comunidad, son subrayados en infinidad de declaraciones de los escritores del N.T.:

a. Por su origen vocacional : (1 Cor. 1:1; Rom. 1:1; Gál. 1:15)

b. Por la intervención de la iglesia en su ordenación : (Hech. 13:23, 1 Tim. 4:14; 2 Tim. 1:6)

c. Por sus cualidades y especiales sufrimientos : (2 Cor. 6:3 ss)

d. Por la distinción con el resto de miembros de la iglesia : (1 Tim. 4:12; 4:6; 1 Ped. 5:1,2; Hech. 20:28; 2 Cor. 3:23)

2. El ministerio o sacerdocio universal de todos los creyentes

Pero al lado de este ministerio especial individualizado y colegiado, la Biblia nos presenta también, de manera explícita, el de todo el cuerpo de creyentes, el ministerio de todos los miembros del pueblo de Dios. Es un concepto bíblico reconocido como el sacerdocio universal de los creyentes. Esto es afirmado tanto por el A. como por el N.T.:

Ex. 19:5,6 “...Vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa”

Isa. 61:6 “Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros del Dios nuestros seréis dichos”

En el N.T.el término sacerdote, como el de rey son siempre términos colectivos, plurales, referidos a todo le cuerpo de creyentes:

1 Pedro 2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable”
Apoc. 1:5,6; 5:10; 20:6 “...Jesucristo ... nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios y su Padre...”, “... antes serán sacerdotes de Dios y de Cristo”.

3. ¿Se contradicen estos pasajes?

Debido a la situación de la iglesia en la actualidad y como resultado de la evolución histórica que estos conceptos han sufrido, en la que la institución colegiada, el cuerpo pastoral, se ha desarrollado de tal manera que ha anulado prácticamente al sacerdocio universal de la iglesia, veáse, por ejemplo, la noción hiperbólica católica de magisterio infalible de los obispos y primado del obispo de Roma, papado, o la más general, prácticamente incorporada en la mayoría de las iglesias cristianas, que establece, en el vocabulario eclesiástico y en la estructura de las comunidades, la distinción entre clero y laicado, a la luz de esta realidad tácita, la interpretación que muchos podrían dar hoy de estos conceptos ambivalentes, sería la de reconocer el carácter contradictorio de ambos.

Pero no es así, depurada la hipertrofia histórica del ministerio institucional, podremos llegar a demostrar que ambos conceptos del ministerio en la iglesia, lejos de contradecirse se complementan y son de igual modo biblicamente necesarios e interdependientes.

Pero las implicaciones que una restauración del ministerio universal de los creyentes puede tener sobre las estructuras, la mentalidad y los hábitos de las comunidades cristianas, debemos reconocerlo antes de abordarlo, representan una verdadera revolución, un cambio fundamental y radical de la situación presente, tanto en el cuerpo pastoral como en los fieles, revolución por otra parte absolutamente necesaria para reconvertir la iglesia en lo que fue en sus orígenes: el instrumento poderoso y eficaz de la proclamación del evangelio de Jesucristo. Dice a este respecto EGW:

“La obra de Dios en esta tierra no podrá nunca terminarse antes que los hombres y las mujeres abarcados por le total de miembros de nuestra iglesia se unan a la obra y aunen sus esfuerzos con los pastores y dirigentes de las iglesias” (Servicio Cristiano, 87)

I. El ministerio universal un concepto teórico e irrelevante

1. Definiciones del término laico
La palabra “laico” tiene hoy un significado específico. Marca la diferencia entre quien tiene una estrecha relación de dependencia o servicio en la iglesia y quien no la tiene. El Diccionario de Simnónimos de Webster reune los términos secular, temporal, profano y laico como paralelos en oposición a los términos contrarios de espiritual, religioso y sagrado.

El Concilio Mundial de Iglesias, en un informe de la Comisión preparatoria de la ponencia The Laity.The Christian in His Vocation, New York, 1954, p. 1 definía al laicado:

“Por laicado entendemos el vasto cuerpo de miembros de iglesia que consagran sus vidas en aquello que llamamos una ocupación secular que absorve la mayor parte de su tiempo”.
Sin embargo, todos sabemos que el término laikós en la Biblia no designa a un grupo específico de los miembros de iglesia con respecto a otro, significa simplemente aquellos que pertenecen al laos, es decir al pueblo escogido de Dios en relación con los que no forman parte de él y, en este sentido, también los pastores son laikós.

El término clero y sus derivados, clérigo, clerecía, por su parte, están hoy asignados a aquellos que, por oposición a los laicos consagran, como hemos visto, su vida al servicio de la iglesia. Pero, de nuevo, la Palabra de Dios no señala aquí,con el término klerós, a un sector o grupo de la iglesia, sino a todos los llamados (kaleô) a formar parte del pueblo de Dios y, por consiguiente, incluye también a los que hoy denominamos laicos. La terminología ha sido, como vemos, objeto de una evolución de significados muy importante.

2. Laicos y ministros en la iglesia hoy
¿Cuál es la realidad sociológica que existe en la iglesia hoy? Digámoslo con claridad, una verdadera parodia de lo que fue la iglesia en el N.T.:

El pastor, la infantería, luchando solo su batalla por Dios, en vanguardia en la primera linea de fuego. Los miembros, la intendencia, desde la retaguardia, enviándole recursos para que pueda hacerlo con eficacia.

El pastor es el gerente de la empresa, hombre público que trabaja para Dios mientras que los laicos, desde el anonimato, son sus socios capitalistas que le sostienen con sus recursos pero sin sentirse directamente implicados en su trabajo.

Esta situación ha generado, en muchas iglesias, una actitud un tanto irresponsable de parte de los miembros en lo que respecta a la misión personal que ellos deberían asumir y de parte de los pastores, en general, una autosatisfacción de su especialización, de su prevalente situación de autoridad religiosa en el cuerpo de creyentes y de su prestigio y reconocimiento.

3. Pero en la iglesia primitiva no fue así
Los textos del libro de los Hechos son muy elocuentes (4:4; 5:42; 8:4). Harnack, el famoso historiador de la iglesia dice:

“Los más numerosos y prósperos misioneros de la religión cristiana no eran los predicadores regulares sino los mismos cristianos... De los primeros apenas sabemos nada de ellos ni de sus éxitos, pero sí de los últimos. Por encima de todo, cada martir era un misionero. No solamente confirmaban la fe de los que ya habían sido ganados, sino que añadían nuevos miembros a la iglesia por su testimonio y martirio” (Princeton Review, 1(1878), 458).

Edward Gibbon, el conocido historiador de la caida del imperio romano, reconoce por su parte que “llegó a ser un sagrado deber de cada nuevo creyente difundir entre sus amigos y vecinos las bendiciones que había recibido” (vol. I, 352).

4. Las consecuencias de esta situación
El miembro de iglesia se ha convertido, en una buena medida, en un espectador profesional no involucrado en lo que hace el pastor. El pastor, es el director de orquesta que con unos pocos miembros activos, la orquesta, realizan le trabajo, el resto de los miembros son espectadores. No olvidemos que vivimos en la cultura del espectador, que lo que atrae a las grandes multitudes que llenan los estadios no son los deportes de participación sino aquellos en los que se ve un espectáculo. Que existe una verdadera adicción a la TV, con una media, por ejemplo, en América, de más de seis horas diarias de dedicación a la pequeña pantalla. Que esto ha reducido considerablemente la capacidad de concentración y de participación de los telespectadores. Y, por analogía, en lo que respecta a la iglesia, el pastor ha llegado a ser un actor profesional del púlpito pagado por los laicos espectadores. La hermana White acusó ya en su tiempo este problema:

“Los miembros de iglesia se han acostumbrado a escuchar la predicación y a hacer muy poco por Cristo. Así, en lugar de producir frutos están incrementando el egoismo y la infidelidad. Tienen puesta su esperanza en el predicador y dependen de sus esfuerzos para mantener viva su débil fe” (MS, 151, 1897).

Pero los espectadores profesionales casi siempre se convierten en críticos profesionales de lo que hacen los otros. Es mucho más fácil criticar que involucrarse. La crítica genera un espíritu negativo, insolidario, produce desánimo en los que están trabajando en la iglesia y paraliza la actividad misionera.

Finalmente, aunque los reformadores, en particular Lutero, se preocuparon de corregir el concepto de ministerio en la iglesia, estableciendo el ministerio universal de los creyentes como uno de los principios de la reforma protestante, el análisis y corrección de esta falsa dicotomía clero-laicado y sus consecuencias, no está recibiendo hoy el tratamiento que merece en el seno mismo de las comunidades cristianas. A partir de la ponencia del Consejo Mundial de Iglesias de 1954, The Laity. The Christian in His Vocation, algunas denominaciones iniciaron estudios al respecto, pero no es una parte relevante de las inquietudes teológicas actuales ni hay comunidades que hayan realizado ensayos y experiencias sobre este particular. Teoricamente se acepta el principio del ministerio sacerdotal de todos los creyentes y así aparece en los manuales de teología, pero la realidad de las iglesias, lo desmiente. Hendrick Kraemer observa:

“El laicado o cuerpo de miembros laicos de la iglesia nunca ha gozado, en la historia de la iglesia, de la distinción de un tratamiento cuidadoso y detenido como una materia de importancia teológica específica y significativa” (A Theology of the Laity, Philadelphia, 1958, p. 9).


II. La base teológica y espiritual del sacerdocio universal
Puesto que ya lo hice en la introducción, no voy a repetir aquí los textos que presentan la base bíblica del sacerdocio universal de los creyentes. Vamos a señalar más bien los principios teológicos y espirituales sobre los que reposa.

La iglesia en general y el creyente en particular, somos los continuadores, en el tiempo y en el espacio, de la obra redentora de Cristo en el mundo. Cristo dijo: “Como tú me enviaste al mundo, también los he enviado al mundo” (Juan 17:18; 20:21). El creyente está llamado a hacer la misma obra que Cristo hizo entre los hombres, en su identificación con el Salvador, cada miembro de iglesia es un agente de la redención.

1. ¿Cual fue el ministerio de Cristo en la tierra?
a. El ministerio de la identificación: encarnación

La obra redentora de Jesús se inicia en su encarnación. Cristo se hizo hombre, él asumió la humanidad con todas sus flaquezas y debilidades, él no vino a este mundo como Adán cuando salió de las manos del Creador, sino con una herencia de milenios de pecado y dolor: “Dios envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado...” (Rom. 8:3). Él fue en todo semejante a nosotros, excepto en pecado, se acercó a nuestras miserias, se identificó con nuestros dolores y llevó nuestras cargas y pecados sobre sus hombros. La encarnación no es simplemente un milagro es un ministerio que la iglesia está llamada a imitar, el ministerio de la identificación con el mundo:

“El Salvador se mezcló con los hombres como quien deseaba su bien, les mostró su simpatía, les sirvió en sus necesidades y ganó su confianza...Tenemos necesidad de acercarnos a la gente por medio del esfuerzo personal. Podrían verse mayores resultados si se predicase menos y se dedicase más tiempo al ministerio personal. El pobre debe ser auxiliado, el enfermo cuidado, los tristes y abatidos confortados, los ignorantes instruidos, los que no tienen experiencia aconsejados” (E.G.W. El Ministerio de Curación, p. 143).

b. Un ministerio de amor y compasión

Cuando Cristo quiso presentar a sus conciudadanos su obra mesiánica, usó el texto de Isaias en el que se subraya su ministerio de amor y compasión por todos los que son víctimas, en este mundo, de las consecuencias del pecado: Luc. 4:18,19.

En otro episodio del Evangelio, el evangelista subraya la compasión de Cristo por las gentes desparramadas y esparcidas como ovejas sin pastor: Mat. 9:35,36.

Cristo se consideró un servidor de la humanidad: “Yo soy entre vosotros como el que sirve” (Luc. 22:27). “El Hijo del Hombre no vino para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mat. 28:20). Del mismo modo reclama de sus discípulos que sean servidores, ministros: “El que quisiere entre vosotros hacerse grande, será vuestro servidor” (Mat. 20:26).

Los miembros de iglesia, todos, son ministros (es el término griego diakonía, empleadofrecuentemente por el N.T.) han sido llamados a dar continuación al ministerio mesiánico de Jesús, deben tomar en sus manos la obra misma que Cristo hizo en la tierra (E.G.W. Testimonies, 6, 130).

c. Un ministerio de reconciliación y salvación

La cruz de Cristo es la expresión acabada de su ministerio por los hombres, aunque parezca extraño, en su muerte su ministerio manifestó su mayor profundidad y poder. La cruz es el emblema de nuestra reconciliación con Dios y de nuestra salvación.

Por ello, el ministerio esencial de la iglesia en el mundo, y por su medio de todos los creyentes, es el ministerio de la reconciliación del que Pablo dice que somos embajadores: 2 Cor. 5:18-20.

2. ¿Cuál es el resumen del ministerio de la iglesia y los creyentes?
Dos palabras claves son el resumen de la base teológica y espiritual del ministerio universal de los creyentes: testimonio y comunión :

a. Testimonio. Las últimas palabras de Jesús registradas en el N.T., son justamente la invocación y la orden del ministerio de la iglesia y los creyentes: Me seréis testigos. ¿Testigos de qué?

Testigos de la experiencia de la salvación. “Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti” (Mar. 5:19), dijo Jesús al endemoniado gadareno.
Testigos del mensaje y la obra de Jesús. “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos...” (1 Juan 1:3), dice el apóstol San Juan.
Testigos del poder de la Palabra de Dios. (2 Tim. 3:16,17)
Testigos del amor de Dios y de su providencia. (Rom. 8:28)
Testigos de la fe, la esperanza y la caridad. (1Cor. 13:13)

b. Comunión. Pero la experiencia de los creyentes no es solamente el testimonio de una experiencia espiritual y religiosa con Dios, es además una experiencia de comunión con Cristo, de identificación con él y de imitación del Salvador.

No podemos llamarnos cristianos a menos que Cristo haya sido entronizado en nuestras vidas, haya pasado a ser le móvil de nuestra vida y de nuestro comportamiento. Pablo expresaba esto con la expresión estar en Cristo (2 Cor. 5:17), ¿qué significa estar en Cristo? Significa vivir con, por y para Cristo (Filip. 1:21), significa tener la mente de Cristo (1 Cor. 2:16), significa que Cristo viva en mí (Gál. 2:20).

Ser miembros de la iglesia, ser cristianos, significa ser testigos de Cristo, significa vivir en una perfecta comunión e identificación con Cristo, haciendo lo que El haría si estuviese en nuestro lugar. Por esto todos somos ministros de Cristo, por eso no podemos renunicar al compromiso misionero como algo que es privativo de profesionales.

III. Cómo, cuándo, dónde

Los frutos de una correcta comprensión del ministerio universal de los creyentes sólo serán posibles CUANDO :

1. Desterremos primero toda una serie de conceptos equivocados que representan verdaderas barreras tanto eclesiásticas, como sociológicas o psicológicas al ministerio universal de los creyentes :

a. La iglesia no tiene un ministerio es un ministerio. Donde el ministerio de la palabra y el del amor constituyen un sólo. Un ministerio en el que participan todos los fieles como miembros, como parte de la iglesia.

b. No es del pastor sino del laico de quien se espera que haga la mayor parte del trabajo que debe ser hecho en el mundo. En ninguna parte del N.T. se dice que la principal responsabilidad para la realización del propósito de Dios en el mundo es de los pastores. En el N.T. esta responsabilidad está sobre los hombros de los “llamados a ser santos”, es decir “el pueblo de Dios”. Al contrario pues que en las profesiones de la vida, en las que “el laico” es un profano no involucrado, en religión, “los laicos” son los responsables primeros de la tarea que debe hacerse en el mundo.

c. El campo no es la iglesia sino el mundo. Se ha acusado a la iglesia de encerrarse en su gheto, de vivir su experiencia religiosa en una isla, ajena a lo que pasa en el mundo, de levantar altos muros en torno a ella para protejerse del mundo, y llevar una vida contemplativa o una experiencia religiosa esotérica, se ha dicho que la iglesia es otro mundo en el que nada interesan las luchas, los problemas de los que están fuera de ella. Fundados en los principios de que la iglesia debe asumir únicamente los asuntos espirituales, que debe ser “apolítica”, que no debe ocuparse de los “negocios” del mundo, el centro de su acción religiosa principal es el templo y la comunidad y no la calle y la sociedad circundante.

d. El climax de la vida de la iglesia no son los servicios del sábado sino lo que se hace durante la semana. Ciertamente el servicio de culto y el estudio de la Biblia son importantes, pero la doctrina del ministerio universal de los creyentes indica que para los cristianos el climax es lo que se hace en el mundo, durante la semana. Lo que se hace el sábado debería ser la preparación de los fieles para su ministerio durante la semana.

e. La preparación para ser un ministro no debería ser exclusiva de los seminarios. La hermana White lo dice claramente:

“Es un peligroso error imaginar que a menos que un joven haya decidido consagrarse al ministerio, no es necesario darle una formación especial que le prepare para la obra de Dios...” (Fundamentals of Christian Education, 216,217)

La iglesia debería ser un gran seminario, una magnífica escuela de adiestramiento de todos nuestros miembros para el ministerio.

f. La responsabilidad misionera del miembro de iglesia no puede ser sustituida ni delegada mediante el pago del 10% a quien lo haga. De nuevo, una declaración de E.G.W. nos parece muy pertinente:

“A cada uno que llega a ser participante de su gracia, el Señor encomienda una obra por los demás... Como ministros de la Palabra, la enfermera misionera, , el médico cristiano, todo cristiano, tanto si es comerciante o granjero, profesional o mecánico, la responsabilidad es de todos” (The Ministry of Healing, p. 148).

g. Ampliar el concepto de vocación misionera. No podemos ignorar que hay una vocación individualizada, personal al ministerio que Dios dirige a aquellos que quiere que consagren toda su vida, sus talentos y tiempo, a su obra, a veces encomendándoles una labor específica. Pero no olvidemos que cada creyente recibe, en el momento de su bautismo, un llamamiento, la vocación a un ministerio que es el mismo de los pastores, que tiene la misma naturaleza (1 Pedro 2:9, “vosotros sois real sacerdocio... para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable) aunque parezca menos personal o específico. Así debemos comprender el ministerio universal de los creyentes a menos que no le demos más que un valor teórico.

h. No al exclusivismo ministerial. La tradición eclesiástica nos ha legado un concepto del ministerio elitista y asalariado a la vez, jerárquico y exclusivista. Desgraciadamente así es visto por los pastores y por los miembros. Pero el cuerpo pastoral, aunque tenga sus particularidades, sus necesidades y sus problemas, no debería jamás considerarse como una institución colegial cerrada, no debería ser excluyente, ni debería jamás asumir un orden jerárquico dentro de la iglesia, ni los fieles debieran ver a los pastores como algo aparte, obligados por el salario que la iglesia les da a hacer la labor que corresponde a todos.

i. No consiste en cambiar al pastor sino a la iglesia. Cuando una iglesia no está haciendo progresos satisfactorios, por lo general los miembros y la administración piensan que el momento ha llegado de cambiar al pastor. Debiéramos preguntarnos si lo que hay que cambiar, de manera radical, es la concepción que la congregación, incluido su pastor, tiene del ministerio universal de los creyentes.

2. El pastor se convierta en un ministro de los ministros
¿Cuál es entonces la relación entre el ministro oficial, el pastor, y los laicos ministros? Hay dos posiciones erróneas que debemos evitar, una por defecto y otra por exceso:

a. No hay diferencia. Solamente transferencia de funciones. El ministerio es compartido por todos los creyentes, por consiguiente no hay un estatus diferenciador entre el pastor y la congregación. La diferencia es únicamente de función. La congregación ha ordenado al pastor, delegando en él la administración de la Palabra y de los ritos de la iglesia, el pastor es un representante de la congregación, actua en nombre de los laicos. Esta es la posición congregacionalista.

b. La diferencia es esencial. El ministerio es una prerrogativa únicamente del clero. El clero, en un sentido especial, es la iglesia, los laicos meramente pertenecen a ella. Solamente el clero puede administrar los sacramentos y definir la doctrina, sólo el clero, como magisterio de la iglesia, es infalible. Solamente el papa es el representante, vicario de Cristo, en la tierra. Es la posición católica y episcopal.

c. La relación pastor-laicos se expresa en la diferenciación de funciones y no en la naturaleza del ministerio. El pastor es un ministro de la iglesia que ha sido llamado para confiarle un oficio, una función específica para la cual se le ha preparado convenientemente y el Espíritu Santo le ha ungido personalmente (1 Cor. 12, Rom. 12, Efe. 4), pero no es ministro por delegación del ministerio de los laicos, nunca encontramos tal concepto en los escritos del N.T.

d. El pastor ministra a los ministros (Luc. 22:24-27), siervo de siervos.
En el trabajo del pastor debería ponerse más énfasis en la enseñanza, el adiestramiento y la motivación de los laicos, esta es su principal función. Le éxito de su trabajo debiera ser evaluado no por el número de miembros que asisten a la iglesia el sábado sino por el trabajo misionero que hacen durante la semana los que asisten el sábado a la iglesia. Para ello debe reconvertir su ministerio :

“Cada iglesia debería ser una escuela de formación para los obreros cristianos. Sus miembros debieran ser enseñados cómo trabajar por los inconversos” (EGW, The Ministry of Healing, 149)

“Posiblemente estamos teniendo una nueva comprensión de la naturaleza de la iglesia como una institución, un cuerpo (de creyentes) que sirve (ministra) a las necesidades del mundo a través de todos sus miembros. El pastor es el lider, una fuente de inspiración, un organizador y administrador, pero no puede sólo o con un equipo, llevar adelante el ministerio que es vocación de toda la iglesia” (Robert Michaelson, The Ministry in Historical Perspectives, 266)

“Los ministros cristianos... tienen una obra más amplia que la que algunos reconocen. No deben solamente ministrar (servir) al pueblo, sino enseñarles a ministrar. Deberían no solamente dar instrucción sobre los principios rectos, sino educar a sus oyentes a impartir esos principios... Cada miembro de iglesia debería estar involucrado en alguna linea de servicio por el Maestro” (EGW, The Ministry of Healing, ibid.)

3. El ministerio de los laicos
a. Tan importante como el del pastor. Ambos tienen que predicar el mismo mensaje y dar el mismo testimonio. Sin la ayuda del pastor, los laicos no sabrían como actuar eficazmente en algunas ocasiones, algunos tendrían dificultades para explicar la doctrina. Sin los laicos, el pastor difícilmente podría abarcar todo lo que la evangelización implica. Ambos ministerios se complementan y son interdependientes.

b. Más difícil que el de los pastores. La tarea de los laicos es mucho más difícil que la de los pastores. Los laicos trabajan en la vanguardia, allí donde la iglesia se encuentra con el mundo. El ministerio de la identificación y reconciliación dificilmente se puede ejercer desde la posición de un teólogo o de un experto, sino desde la posición de uno que está situado a la misma altura.

c. Vivir con los que están fuera de la iglesia dándoles testimonio y ejemplo. El ministerio que Dios espera de los laicos, no es un ministerio especializado como el de los pastores, lo cual no quiere decir que sea menos importante o más fácil, es el ministerio de la identificación con aquellos que están fuera de la iglesia y con los cuales conviven: en el trabajo o la empresa, en el vecindario, en la familia, en los círculos de amistad, en las asociaciones profesionales, con los clientes o con los proveedores etc. por todos ellos deben interesarse para darles testimonio y ejemplo. De persona a persona, pensando permanentemente en ello, aprovechando cada ocasión que se les presente.
. Conclusión

La hermana White dice que “la obra de Dios está siendo retrasada por la criminal falta de fe (de la Iglesia) en su poder de usar al común del pueblo para llevar adelante su obra con éxito” (Review and Herald, 16, julio, 1895).

¿Cuándo comenzaremos a tomar en serio y llevar a consecuencias prácticas determinantes la concepción bíblica del ministerio universal de los creyentes? ¿Cuándo seremos fieles a Dios en esto? ¿Cuándo recuperaremos la confianza en la capacidad y el poder de hacer evangelización de nuestros laicos? ¿Cuándo entenderemos que no mantenemos pastores para que nos sustituyan en nuestros deberes misioneros? ¿Cuándo responderemos, como hacen los pastores, al llamamiento divino haciendo de la predicación del evangelio, un ministerio y vocación diarios en nuestros trabajos y ocupaciones seculares? Tal vez ha llegado el momento de empezar. Oremos.

BIBLIOGRAFÍA SUCINTA

EASTWOOD, Cyril, The Priesthood of All Believers, Minneapolis, Augsburg, 1962.
EDWARDS, Rex, D., Every Believer a Minister, Ministry Releases, G. C. Ministerial Association, Silver Spring, 1995.
HARNACK, Adolf, The Expansion of Christianity in the First Three Centuries, New York, G.P. Pitnam’s Son’s, 1904.
KRAEMER, Hendrick, A Theology of the Laity, Philadalphia: Westminster Press, 1958.
MOTT, John R., (Ayr Lectures, Rochester Theological Seminary, 1931), Liberating the Lay Forces of Christianity, New York, The Macmillan Co., 1932.
OOSTERWAL, Gottfried, Patterns of Seventh-day Adventist Church Growth in America, Berrien Springs, Andrerws University Press, 1976
SEGLER, Franklin M., A Theology of Church and Ministry, Nashville, Broadman Press, 1906
WALZ, Hans Herman, Lay, Theology of the Laity, Layman’s Work (A lexicographical study), Ecumenical Review, July 1954.
WEBER, Hans-Ruedi, Laici in Ecclesia: An Ecumenical Bibliography on the Laity in the Life and Mission of the Church, Geneva: World Council of Churches, Department on the Laity, 1961.
WHITE, Ellen G., Los Hechos de los Apóstoles, Mountain View, Pacific Press, 1957.
Id. Servicio Cristiano, Mountain View, Pacific Press, 1959.

18/07/2010

Los Enemigos de Una Vida Llena del Espíritu

No hay nada nuevo bajo el sol. Realmente no hay nuevas verdades, la verdad es eterna. De la misma manera, no acepten un concepto por el mero hecho de ser nuevo, es mejor pensar en términos de conceptos verdaderos o falsos. Cuando el diablo comenzó con la rebelión en el cielo, fue con nuevos conceptos, y desde ese momento él parece controlar la agenda de los que le siguen y le hacen caso. Dios no nos llama a nuevos conceptos, sino más bien a nuevas experiencias en la verdad eterna. Después de todo, los evangelios que se han predicado en todo el mundo ahora en el 2000 no son nuevos evangelios sino el antiguo evangelio –¡el evangelio eterno! Durante esta semana los he estado llamando a una vida santa. En realidad esta vida santa va más allá del estilo de vida de los hombres y mujeres del antiguo testamento, esta vida santa va más alla del pentecostés. Se trata de una experiencia para que el Espíritu Santo nos llene completamente y a su vez tenga cumplimiento la escritura que dice: “Es Cristo en nosotros, la esperanza de gloria,” “Permite que esta mente sea como la de Cristo.” Una experiencia que le de credibilidad a las palabras: “Me deleito en hacer tu voluntad, oh mi Dios, y tu ley esta escrita en mi corazón.”
Ahora en el 2000 esta experiencia de estar llenos del Espíritu Santo, finalmente exhibirá un comportamiento que no se veía desde los días del pentecostés. Y este comportamiento es que la gente guardará los mandamientos sin restarle el 10% como típicamente se hace. Pero de algo si pueden estar seguros: el Espíritu Santo en el 2000 nos dirigirá a toda la verdad.
“Porque hasta vergüenza da hablar de lo que ellos hacen en secreto.” Efesios 5:12. “Por último, hermanos, piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piense en todo lo que es bueno y merece alabanza.” Filipenses 4:8. El espíritu del hombre es sordo, mudo y ciego. Requiere el cuerpo con sus cinco sentidos si quiere comunicar algo o recibir una comunicación. Una persona totalmente llena del Espíritu Santo será super precavida de no permitir que por sus cinco sentidos pase cualquier cosa que pueda deshonrarlo.
Porque el templo de Dios es santo o sea el templo que somos. Dios nos ordena “debes ser santo como yo soy Santo.” Aquel que profane el templo de Dios, será destruido por Dios mismo. Sí, cualquier cosa impura quedará fuera del cielo. Apocalipsis 21:27 dice que nada impuro entrará al cielo. Entonces podemos deducir que cualquier cosa que profane nuestras almas y ofenda nuestro santo visitante debe ser dejada afuera. Soy sumamente dogmático y estrecho de mente cuando hablo sobre este asunto, tan dogmático como un doctor que te diría que el cianuro mata.
El tema de hoy, el último de la serie: “Mas allá del Pentecostés,” lo he titulado ‘Enemigos de una vida llena del Espíritu.’ En un sentido, ha sido mejor que sea el último de los temas, porque si lo hubieras oído primero, quizás te habrías sentido tan incómodo que no hubieses querido volver para oír el resto. Pero, si has escuchado los otros sermones de esta serie y has hecho el compromiso de orar por el asunto, y si has tomado la decisión de que quieres llenarte con la presencia del Espíritu Santo de Cristo en tu vida y lo has recibido en tu vida y estás dispuesto a decir, “sí, yo tengo el Espíritu Santo, entonces podrás entender claramente lo que les voy a presentar y aunque éstas pueden ser palabras fuertes, me dirán: “pastor, tiene usted toda la razón.”
Antes de comenzar vamos a orar. “Padre Santo... por años tu Espíritu Santo nos ha hablado y ha estado trabajando con nosotros a nuestro alrededor. Te damos gracias porque tu Espíritu nos convence de pecado, de justicia y de juicio. Ahora, Santo Padre, muchos de nosotros hemos pedido que el Espíritu Santo more en nosotros, para que viva con nosotros en su totalidad, Señor. Tú dijiste que le darías tu Espíritu a todos los que te lo pidieran y gracias porque estás contestando nuestras oraciones; pero para muchos de nosotros esto es una nueva relación y conlleva una responsabilidad enorme. Enséñanos como vivir con tu santa presencia no sólo ahora pero por los siglos de los siglos. Amén.”
El cristiano que continua e innecesariamente se expone a escenas que ofenderían a Dios, está dirigiéndose al fracaso en su vida cristiana: y aunque pida el Espíritu Santo un millón de veces, jamás podrá recibirlo y aunque lo haya recibido en algún momento, difícilmente su vida podrá continuar llena del Espíritu. Y aunque alguna vez disfrutara del Espíritu Santo en su vida, lo perderá y peor aún, como reemplazo recibirá un espíritu engañador el cual se proyectará como el espíritu verdadero. Como el piloto de un avión les diría a sus pasajeros, les digo ahora: “por favor cierren las mesas, pongan los asientos en su posición vertical y abróchense los cinturones por el resto del sermón”.
Les suplico que al menos me escuchen. Les voy a hablar abierta y francamente, de hermano a hermano. El hecho de que ustedes crean o no lo que les voy a decir, no es algo entre ustedes y yo. Dado que tengo la esperanza de que ya han invitado al Espíritu Santo a vivir en sus vidas, esto se convierte en un asunto entre ustedes y el Santo Huésped. Si en algún momento han vacilado a medida que han escuchado los sermones de esta semana, lo que les diré ahora, los ayudará a tomar una decisión de uno u otro lado.
Creo de todo corazón que la forma como muchos cristianos miran la televisión, provee un ambiente hostil a la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. Por favor, ¡no me apaguen! ¡escúchenme! Creo de todo corazón y lo sé por experiencia, que la televisión neutraliza el hambre espiritual y hace impotente la devoción cristiana. La televisión es simplemente un artefacto electrónico, su electricidad no es diabólica, pero los programas que ven muchos cristianos, son una clara evidencia de que definitivamente aman al mundo y cualquiera que ama al mundo, tarde o temprano dejará de sentir el amor del Padre.
Creo de todo corazón que una persona que esté tomando en serio el recibir el Espíritu Santo y su presencia constante tiene que tomar una decisión con respecto a la televisión. Lo que es el cigarrillo para tu salud física es la televisión para tu salud espiritual. Si creen que estoy histérico con el asunto y que estoy exagerando al respecto, entonces explíquenme como reconciliamos la televisión según la ven muchos cristianos y las palabras de Jesús: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia.”
Si creen que me he convertido en una fanático al respecto, entonces explíquenme cómo reconciliamos la televisión según la miran muchos cristianos... y las palabras de Dios cuando nos dice: “Finalmente mis hermanos, cualquier cosa que sea cierta, cualquier cosa que sea honesta, todo lo que sea justo, todo lo que sea puro, todo lo que sea amoroso, todo lo que sea de buen nombre, si hay algo de valor o de alabanza, en esto pensad.”
Una persona podría decirme, “Pastor, lo mucho que ha aprendido lo ha hecho mal pensado, usted no me conoce, gané tres almas el año pasado. Soy maestro de Escuela Sabática, de hecho, soy el pastor de mi iglesia y yo veo televisión.” Escúchenme, les ruego que me escuchen, me preocupa que su conciencia ya esté sellada con una plancha caliente. Porque si continua e innecesariamente nos exponemos a cosas diabólicas, destruiremos nuestra habilidad de discernir entre lo bueno y lo malo. Si no creen lo que les estoy diciendo, ustedes pueden probar mi teoría apagando el televisor por seis meses luego, al final de los seis meses, hablaremos otra vez.
La televisión ha traído una desvastación espiritual y social a nuestra generación. No necesitamos un presupuesto de cinco millones de dólares ni hacer una encuesta a 5,000 personas para reconocer el efecto de la televisión y la devastación social y espiritual que está afectando nuestra generación. Solo tenemos que ver como nos afecta personalmente y a nuestras familias. Algunos dicen, “pero la televisión es un maravilloso instrumento educacional y evangelístico” literalmente depende de como se la mire. Sí es cierto que el huracán Hugo subió el nivel del agua de los lagos de abastecimiento, pero más importante aún fue que trajo muerte, sufrimiento y billones en pérdidas. Sí, todo depende de como se mire... las erupciones volcánicas cubren la tierra con ricos minerales y sedimentos naturales, pero más importante aún es que se pierden vidas, y poblados completos quedan enterrados para siempre. Los volcanes pueden afectar hasta el clima en grandes secciones del planeta.
¿Necesito hablarles más del asunto? Una persona que puede sumar 2+2 puede identificar como la televisión impacta nuestras vidas. Nos aumenta el nivel de estrés en nuestra vida.
1. Estrés -Dios te da suficiente para tus problemas, pero no para los problemas de todo el mundo.
2. Deudas - La propaganda para que compremos cosas materiales nos deja insatisfechos con nuestra vida real. Te dan deseos de tumbar tu casa, botar tu carro. Hasta te dan deseos de hacerte una cirugía plástica. Influye en los hábitos de hacer compras.
3. Moral - Productores de mente enferma.
4. Comunicación con la familia - Programas de televisión que sólo son fantasía, se convierten en el tema de conversación. ¿Se dan cuenta? ...Puras fantasías se convierten en realidad en nuestra mente.
5. Emociones - Viaje a Universal Studios, lloran, se asustan. Exponiendo mis sentimientos por algo que ni siquiera es cierto.
6. Impacto en la Cultura - ropa, vocabulario, dieta.
7. Impacto en como criamos nuestros hijos - Nunca les dije a mis niños que no vieran la TV, simplemente nunca les compramos un televisor. Hay padres que dicen: “nosotros controlamos los programas que los niños ven,” pero como padres al fín, nuestros niños no estarán de acuerdo con los reglamentos que impondremos en este sentido, aun entre el esposo y la esposa, siempre hay uno que es más débil espiritualmente que el otro, y el control de programas puede traer problemas entre ellos.
La TV no es el único impedimento para una vida llena del Espíritu Santo. Hay otro asunto y es la música. Mucha de la música, aun la que llamamos cristiana, que se nos presenta hoy en día es mundana, sensual y diabólica. Algunos dicen que la música es un asunto de gusto personal, y esto es muy cierto. Una vez una persona me dijo que recibe una bendición espiritual cada vez que escucha “rock pesado” religioso.
Si tú y yo no estamos llenos del Espíritu Santo, –la música se queda a un nivel de gusto personal, pero cuando el Espíritu Santo llena nuestras vidas el asunto se torna en “qué tipo de música es la que agrada a Dios?” Algunos dicen, “pero a Dios le gusta cualquier clase de música después que sea para su gloria.” Primero que nada, cómo podemos decir que a Él le gusta cualquier clase de música, cuando a nosotros no nos gusta toda clase de música? En segundo lugar, cualquier música no puede considerarse para la gloria de Dios, de la misma forma que no podemos decir que todo lo que nos podemos comer sirve para alimentarnos. Pero ya está bueno de esto, simplemente creo y digo por mi propia experiencia que a medida que permitamos que el Espíritu Santo llene nuestras vidas, este proceso también cambiará nuestro gusto por la música. Yo creo que Jesús no andaba con pecadores que les gustaba el pecado, sino más bien con pecadores que estaban tratando de despojarse del pecado.
Personalmente, no puedo imaginarme a Jesús, de quien sabemos convirtió a prostitutas, andando por distritos donde se mercadea la prostitución, o visitando librerías pornográficas para tratar de ‘salvar’ a los pervertidos que se encuentran allí. Las escrituras nos dicen: “¿puede una persona tocar el fuego sin quemarse?
Una persona llena del Espíritu va a ministrar a los pecadores no al pecado. Una persona llena del Espíritu será guiada, a medida que se mueve en este ambiente pecaminoso, por la oración de Jesús que dice... “Padre no te pido que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.”
Otro enemigo para una vida llena del Espíritu puede ser causado por la lectura incorrecta. La palabra escrita es la mejor herramienta que Dios hizo para salvar al mundo, pero desafortunadamente es la mejor herramienta del diablo para destruir al hombre también. Si tú has recibido el Espíritu Santo en tu vida durante esta semana, definitivamente ahora serás más cuidadoso con el tipo de libros que lees y el tipo de revistas que miras. Algunos cristianos continuamente envenenan sus mentes con su lectura y el tipo de revistas que compran. Es posible que algunos de ustedes anteriormente estuvieran haciendo algunas de estas cosas, pero si en algún momento practicamos estas cosas, hagamos lo que el apóstol Pablo relata en su carta a los Corintios, si en verdad has recibido al Espíritu Santo de todo corazón, harás lo que hicieron los efesios que quemaron en una fogata los libros y revistas diabólicas.
Muchos cristianos que han aceptado la salvación todavía están dudando entre dos opiniones. Dicen: Queremos ser salvos, pero realmente no creemos que ver las telenovelas puede hacer una diferencia.
Las buenas noticias van ahora.. Ahora que has invitado y recibido al Espíritu Santo en tu corazón, tu mente esta ya determinada. Ahora podrás ver como la luz no tiene relación con la oscuridad. Sabemos de todo corazón que no podemos estar de los dos lados a la misma vez y que la amistad con el mundo implica que estamos en contra de Dios, y si somos amigos del mundo, definitivamente le estamos diciendo a Dios de qué lado estamos.
Durante esta semana hemos presentado una serie de sermones que hemos titulado: Mas Allá del Pentecostés, quizás ustedes me dirán: “Pastor O’Ffill, usted nos ha pedido que recibamos el Espíritu Santo, ¿tienes usted el Espíritu Santo? ¿Lo ha recibido usted?” ¡Sí! Jesús me prometió darme el Espíritu Santo si se lo pedía. Así lo hice, ... y Él me lo ha dado. “Pastor, esto quiere decir que ahora se considera mejor que cualquier otra persona?”
“Hermanos, no considero que yo mismo lo haya alcanzado ya, pero uno una cosa hago; olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio para el que Dios me ha llamado, al cielo en Cristo.” Algunos dirán. “Pero esto me suena a justificación por obras.” No, mi hermano, hermana, si entienden esto me han mal interpretado, no les he estado hablando de justificación por las obras, pero mas bien los resultados de la fe que surgen de una vida llena del Espíritu.
Mientras oramos juntos, agradezcamos a Dios que Él nos ha dado el Espíritu Santo para que more en nosotros. ¡Demos gracias por su invisible regalo!

12/07/2010

UM NUEVO CORAZÓN


Oración: Señor Jesús mi anhelo es parecerme a ti. Deseo agradarte. Quiero que te sientas complacido en mi. Cambia mi corazón. Cambia mi sentir. Hazme amar como tu amas. Hazme ver a mis hermanos como tu los ves. Cambia mi corazón. Dame tu amor. Dame tu sentir.
Preámbulo: Dame un nuevo corazón, Señor

Corazón para adorarte

Corazón para alabarte

Realmente lo deseo mi Dios!

Limpio como el cristal

Puro como la miel

Un corazón Señor como el tuyo

I. Edificaciones Reparadas y Edificaciones Construidas De Nuevo.

A Edificaciones reparadas son las que han sufrido algún daño y con solo algunos ajustes pueden volver a ser útiles.

B. Las que están demasiado dañadas solo pueden servir de nuevo si primeramente son totalmente destruidas para luego volver a ser levantadas.

El corazón del hombre es sus sentimientos, su alma, su hombre interior.

El pecado contamina nuestros corazones, daña nuestra estructura, nuestra fundación, nuestra manera de ver la vida, nuestra manera de sentir, nuestra manera de amar.

El pecado deja marcas permanentes. Traumas, rencores, celos, complejos, conjunción entre lo que es bueno y lo que es malo ante los ojos de Dios. I Reyes 3:9

C. Mateo 9:16-17 Cristo no quiere solo cambiar tu corazón un poco.

No quiere que solo le ames un poco.

Que solo perdones un poco.
Que solo te sacrifiques por tu hermano un poco.
Que solo le llegues a conocer un poco.

Te quiere dar un corazón nuevo --Sentimientos nuevos

Con el que puedas volar mas alto

Con el que puedas llegar a lugares donde todavía no has llegado

Con el que puedas ver la bellaza de su gloria como nunca la has visto

Con el que puedas amar como nunca has amado y sentir el sentimiento mas fuerte y puro que un ser humano puede sentir: el de amar... aun cuando no se le ame.

II. Un corazón de piedra transformado en un corazón de carne.

A. El que se siente orgulloso de tener sentimientos duros es aquel que nunca ha experimentado lo lindo que siente el poder llorar de alegría cuando las palabras no alcanzan para expresar tanto gozo.

Es el que nunca ha sabido lo que es perder un día para ganar una eternidad.

Es aquella persona que tiene tanto miedo de ser lastimado... que nunca llega a saber lo que es ser amado.

B. Oh Señor toma tu palabra en este día y deja huellas permanentes en mi ser.

C. Oh Señor es solo con tu poder, con tu gracia, que mi corazón puede ser transformado. Yo quiero hoy ser cambiado mi Cristo. Dame un nuevo corazón.

Quiero amar como nunca he amado.
Quiero perdonar hasta donde nunca he perdonado.
Quiero sentir el dolor de mi hermano como nunca lo he sentido.
Quiero saber hasta donde llega tu compasión.

5. ¡Señor dame hoy un nuevo corazón!

III. El Poder de un corazón de carne.

A. Un corazón de piedra es frió... aleja a las vidas.

Un corazón de carne es tierno... invita a las vidas acercarse a Cristo.

B. Un corazón de piedra dice nunca te amare no importa cuanto tu me ames.

Un corazón de carne dice: siempre te amare no importa si tu me amas.

C. Un corazón de piedra no puede ser tocado por el Maestro, se haría polvo en sus manos.

Un corazón de carne al ser tocado por el Maestro recibe su calor.

D. Un corazón de piedra dice mi pecado no es tan grande.

Un corazón de carne dice Señor perdóname aun de los pecados que me son ocultos porque no soy merecedor de ti.

IV. Ez 36:24 "... y os traerá a vuestro país."

A. Te hice con un corazón conforme a mi imagen. Aun cuando el enemigo quiso robar tu corazón, yo te he de volver a traer a mi imagen, con mi corazón, con mi amor, con mi sentir.

B. Te amo.

No permitiré que el enemigo te diga que estas lejos de mi amor. Yo lo he puesto en ti. Yo he puesto en ti un nuevo corazón.

No permitiré que sigas un camino errante cuando se que en cada latir de tu corazón tu deseas parecerte mas a mi.

No importa cuanto daño te hayan hecho, sientes el deseo de perdonar, porque yo he puesto en ti un nuevo corazón. ( aun cuando pelees con tal sentimiento tienes que perdonar--porque es mi perdón)

Aun cuando te ofenda, maltraten, hablen de ti, tienes que buscar su bien, su edificación, su bendición, porque yo he puesto en ti un nuevo corazón.

5. Te ofenden--tu le bendices.

6. Se burlan de ti--tu le halagas.

7. Te juzgan--tu le excusas sus faltas.

8. Te critican--tu miras lo bueno en ellos y te olvidas te lo malo.

¿sabes por qué? ¡¡¡Por qué he puesto en ti mi corazón!!!

V. Alegraos porque solo en tu nuevo corazón podré poner mi Espíritu.

A. Mi Espíritu que hará que tu caminar sea mi caminar.

B. Mi Espíritu que te ungirá para que en mi nombre abras prisiones, pudras yugos, sueltes cadenas, sanes al enfermo, consueles al caído, edifiques a los escogidos, bendigas al humilde, y Proclames las buenas nuevas a toda vida bajo el alcanza de tu voz.

C. ¿Valdrá la pena Señor?

Solo una oportunidad tengo Señor mío para darte mi amor.

Solo una oportunidad tengo Señor mío para poder ser un vaso de bendición.

Solo una oportunidad tengo Señor mío...para parecerme a ti.

Si mi Cristo, si vale la pena--triste cosa seria el morir sin nunca haber sabido... hasta donde puede tu amor manifestarse en mi.

07/07/2010

El Espíritu Santo y Tu Conciencia

Trataremos de demostrar cómo el Espíritu Santo se relaciona en nuestra vida. Debido a la confusión que existe, se hace necesario aclarar la confusión, la mala representación y las falsas expectativas.
Romanos 8:1- 4 (versión Dios Habla Hoy) “Así pues, no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no viven según la naturaleza humana sino según el Espíritu. Porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús, nos libera de la ley del pecado y de la muerte. Porque Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no pudo hacer, pues no era capaz de hacerlo debido a la naturaleza del hombre pecador: Dios envió a su propio hijo en condición semejante a la de hombre pecador y como sacrificio por el pecado, para de esta manera condenar al pecado en la propia naturaleza humana. Lo hizo para que nosotros podamos cumplir lo que la ley ordena, pues ya no vivimos conforme a la naturaleza del hombre pecador sino conforme al Espíritu.”
Hoy vamos a hablar acerca del Espíritu Santo y nuestra conciencia. Uno de mis yernos, que está bien empapado en asunto de carros, fue el primero en enseñarme una frase que nunca antes había escuchado. Y se usa al referirse a un tipo de indicador que algunos carros usan para alertar al conductor de que hay problemas en alguna parte del carro. El me dijo, “Papá, esas son luces de idiotas.”
¿Qué es una luz de idiota? Pensé. El me explicó, que son luces que no te dicen la condición actual del equipo, como la presión del aceite o el voltaje de la batería. Las luces de idiota sólo prenden cuando hay graves problemas, y en ciertas ocasiones cuando las luces de idiota prenden... ¡Idiota, ya el daño ocurrió! Por el contrario, existen indicadores o relojes que continuamente te muestran la condición del equipo del carro en un área específica, con una breve mirada puedes saber la presión del aceite o cuantos voltios el alternador está generando.
Alguna gente sólo usa “luces de idiota” en la vida cristiana. Su vida cristiana es precaria porque internamente no tienen forma de saber si están en el camino correcto o no. Otros cristianos, tienen un indicador altamente calibrado. Este indicador calibrado continuamente observa la vida cristiana y los mantiene al tanto de cómo está su relación con Dios y con su prójimo. Este instrumento se llama la conciencia. Sin una conciencia altamente calibrada, la relación del cristiano con el Espíritu Santo está en peligro. Una persona que ora pidiendo recibir el Espíritu Santo y no le presta atención a las indicaciones de su conciencia, esta sentenciado a un fracaso en la vida cristiana.
Creo que el punto de contacto, el lugar donde el Espíritu de Dios se encuentra con nuestro espíritu, es la conciencia. Por lo tanto la Escritura es clara cuando nos dice que el secreto de una vida cristiana victoriosa es el testimonio de una conciencia clara. Pero antes de que hablemos de como tener y mantener una conciencia limpia, quiero que pensemos en cuáles son nuestras expectativas acerca del Espíritu Santo. Cuando decimos que queremos ser llenados por el Espíritu Santo, ¿qué esperamos que suceda? ¿Acaso la persona que se entrega totalmente al dominio del Espíritu Santo, pierde la capacidad de tomar decisiones?
¿Será posible que en algún momento el Espíritu Santo tome control sobre nosotros hasta el punto que nunca más tengamos que decidir entre el bien y el mal? ¿tomará él decisiones por nosotros? La persona que está llena del Espíritu Santo, ¿tendrá que tomar decisiones diariamente, o las hará el Espíritu por él? A veces en nuestros himnos cantamos que el Espíritu Santo tome control total. ¿Acaso el Espíritu Santo decidirá qué ropa te pondrás por la mañana, qué comerás en el desayuno y qué vas a hacer durante el día?
A veces pienso que esto es lo que quisiéramos que sucediera , porque entonces nunca seríamos responsables por nuestras propias decisiones. Claro, que si perdemos nuestra capacidad de tomar decisiones nos convertiríamos en robots. Mejor dicho, “robots celestiales.” He oído historias de gente que es poseída por espíritus diabólicos, pero no puedo imaginarme a alguien poseído por el Espíritu Santo. En otras palabras, yo puedo comprender que el diablo batalle por tomar control de nuestra capacidad de tomar decisiones, pero no puedo visualizar que el Espíritu Santo nos quite esta capacidad.
De hecho, estoy totalmente convencido que la persona que esté llena del Espíritu Santo no tendrá menos decisiones que hacer sino más decisiones que nunca. ¿Comprenden lo emocionante de nuestra existencia? Lo que nos hace diferentes de una flor o un gatito, es nuestra capacidad de decidir. El pecado rompió nuestra habilidad de poder discernir y escoger entre lo bueno y lo malo. Pero cuando el Espíritu de Dios mora en nosotros, nos devuelve nuestra voluntad. El Espíritu de Dios nos hace nuevos. Durante nuestra primera experiencia cristiana, solo podíamos diferenciar entre lo blanco y lo negro. Pero a medida que crecemos en la gracia, llenos del Espíritu Santo, seremos capaces de discernir cualquier cosa que sea corrupta y profana, o sea, ¡podemos reconocer el color gris!
Cuando estamos llenos del Espíritu Santo, nuestra conciencia se convierte en una red tan fina, que detendrá y aguantará cualquier cosa que no sea para la gloria y la honra de Dios. Es muy importante que entendamos a que nivel trabaja el Espíritu Santo. El Espíritu Santo trabaja con su poder re-constructivo al nivel de lo que nosotros somos. Con esto me refiero al lugar desde donde brotan nuestros pensamientos. ¿Has dicho alguna vez: “yo se que no debo haber hecho esto, pero...”? Esta es la parte de nosotros en la que el Espíritu Santo trabaja. Él no trabaja a nivel de nuestra vida externa. Todavía tendrás que decidir qué vas a desayunar, pero él trabaja a nivel del espíritu de donde nacen nuestras decisiones.
¿Les resulta claro entender esto? Cuando el Espíritu Santo mora en nuestro ser, él sigue siendo quien siempre ha sido y nosotros seguimos siendo nosotros mismos. El verdadero trabajo del Espíritu Santo en nosotros, si se lo permitimos, es re-crearnos. Bien adentro, a nivel de nuestra vida espiritual, él cambia el verdadero yo. ¿Pueden verlo? Naturalmente una nueva creación tendrá nuevos pensamientos y por ello nuevas acciones. Muchos de nosotros oramos para que el Espíritu Santo controle nuestras vidas. Pero no le hemos permitido tener acceso a quien verdaderamente somos, nuestro verdadero yo.
Todo este asunto se puede resumir en las palabras: “Me deleito en hacer tu voluntad, oh mi Dios, porque tu ley está escrita en mi corazón.” Cuando tengamos el corazón de Jesús, también tendremos la mentalidad de Jesús.” Nosotros podemos poner la ley en nuestras espaldas o podemos ponerla en nuestra mente. Pero no podemos poner la ley en nuestros corazones, sólo el Espíritu Santo es quien puede hacerlo. Esto es a lo que Jesús se refería cuando le dijo a Nicodemo, “tienes que nacer de nuevo”. Lo que estoy diciendo es simplemente esto: una persona que esté llena del Espíritu Santo no es una persona exenta de decidir entre el bien y el mal. De hecho, la persona llena del Espíritu es la única que puede hacerlo.
El punto que quiero resaltar es que el Espíritu no trabaja primordialmente al nivel de lo que dices o haces. Esto tendrás que decidirlo tú. El prefiere trabajar al nivel de lo que eres. La promesa es que “te daré un nuevo espíritu y pondré mi espíritu en tu ser.” El Espíritu Santo nunca podrá morar totalmente en medio nuestro hasta que cada uno de nosotros le permitamos que nos dé un nuevo espíritu. Hablemos ahora un poco del papel que juega nuestra conciencia en la vida cristiana en relación al Espíritu Santo.
Como les había dicho hace unos minutos, creo que el punto de contacto, donde nuestro espíritu se encuentra con el Espíritu de Dios es la conciencia. De hecho, aunque de una forma simplificada, si podemos decir que Dios nos habla, es por medio de la conciencia. Es por esta razón que en cualquier discusión o estudio del Espíritu Santo debe incluirse el papel que juega la conciencia. La conciencia es el centro nervioso espiritual. El lugar donde conocemos a Dios y la base de donde el Espíritu Santo, de una forma milagrosa, llama a nuestra voluntad y nos suplica que le permitamos entrar para cambiar nuestra naturaleza y convertirla en el carácter de Jesús.
Escuchen las palabras de Dios relacionadas con la importancia de tener una conciencia limpia. Sin embargo comúnmente conectamos la conciencia con la culpabilidad. Últimamente la palabra “culpabilidad” se ha convertido en una mala palabra. Pero recuerden que la culpabilidad es una función natural de la conciencia. El secreto de ser limpio de culpa no es suprimir la conciencia o golpearla con una plancha caliente, sino mas bien arrepentirnos de nuestros pecados y confesar nuestros errores a Dios y al hombre. Recuerden una cosa, que no puede haber un verdadero reavivamiento sin confesión y arrepentimiento.
Recuerden que no puede existir una curación verdadera de un sentimiento de culpa si no hay confesión. La promesa dice así “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo como para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia.” La primera función del Espíritu es convencernos de pecado. Esto se hace al nivel de la conciencia. Un cristiano que no tenga su conciencia clara ante Dios y los hombres, nunca podrá pretender que el Espíritu Santo more en él. Es por esto que es imperativo que cualquier estudio sobre el Espíritu Santo debe necesariamente incluir confesión y perdón de pecados. Porque esta es la razón de su existencia, poner al pecado a la mayor luz posible. El pecado sin confesar es el pecado imperdonable.
Es gracioso como a veces inventamos tantas excusas que nos impiden la confesión de pecados. Típicamente tendremos mas de 100 razones por las cuales no debemos excusarnos con alguien. Usualmente sonará así, “yo me equivoqué, pero ellos se equivocaron también,” o “yo te pido perdón si tu me pides perdón a mí también,” o “no hubiera hecho eso si no fuera por...” La primera función del Espíritu Santo es convencernos de pecado, por la sencilla razón de que hay caminos que le parecen bien a los hombres pero el final de los mismos es muerte.
Otra función del Espíritu Santo es de convencernos de juicio. En otras palabras que nosotros somos responsables. A pesar de todo lo que nos están diciendo en estos días acerca de que cada uno debe echarle la culpa al otro por su condición actual, la realidad es que, nos guste o no, algún día tendremos que pararnos en el juicio frente al trono de Dios y dar cuenta de cada una de las fases de nuestras vidas. Claro, que cubiertos con la justicia y la sangre de Cristo como una parte fundamental de nuestras vidas, nosotros como hijos de Dios, no tenemos a que temerle en el juicio final.
Otro aspecto del Espíritu Santo es el de convencernos de justicia. El Espíritu Santo de Dios es el que, si me permiten usar la ilustración, nos hace un transplante de órgano. El nuevo nacimiento es un fenómeno dinámico del Espíritu Santo, pero para evitar el rechazo del nuevo corazón tenemos que morir al yo. Porque nuestra naturaleza está en guerra con Dios.
Pero volviendo al asunto de la conciencia otra vez. Dado que la conciencia es el punto de contacto, la meta de la vida cristiana es tener una conciencia lo más sensitiva posible. ¿Se dan cuenta? Una conciencia clara, firmemente atada al Espíritu Santo nos da la habilidad de discernir entre lo bueno y lo malo. Esta habilidad que recibimos es una bendición especial del Espíritu Santo. La conciencia no es sólo el punto de convicción pero también es el punto donde él nos enseña.
Repaso
La conciencia es el punto de contacto con el Espíritu Santo, es su comunicador – un tipo de indicador– un radar, si le podemos llamar así. Recuerden, Dios es Dios y yo soy yo, aun cuando el Espíritu Santo more en mí. ¿Quién soy yo? ¿Qué soy yo? Lo que más se acerca a esta definición es que yo soy mi voluntad. Yo sé quien soy porque tengo voluntad propia, en cierto sentido mi voluntad soy yo. A medida que el Espíritu Santo comunica la palabra de Dios por medio de la conciencia, es mi voluntad la que tiene que responder. Mi voluntad soy yo.
Recuerden que el Espíritu Santo no nos controlará, es nuestra voluntad la que nos controla. En cambio el Espíritu sí nos:
1. Comunicará la voluntad de Dios por medio de su palabra.
2. Nos dará fuerzas para resistir tendencias heredadas y cultivadas hacia el pecado cuando se lo pidamos.
3. Creará una nueva vida, dentro de lo más profundo de nuestro ser, si se lo pedimos. Pero recuerden, esto lleva una secuencia de eventos. Él no hará el #3 a menos que le permitamos que nos purifique por medio de la Palabra, y nos limpie de toda injusticia. No puede haber una nueva vida sin haber muerto a la vieja vida. Aquí es donde nosotros estamos frustrando los intentos del Espíritu.
¡Qué regalo mas precioso de Dios! ¡El Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo morando en nosotros! Recuerden, nuestra conciencia es el punto donde él se comunica con nosotros. Por nuestra parte, se requiere nuestra voluntad – Pide y se te concederá. Busca y encontrarás, toca y se te abrirán las puertas. Al entregarle nuestra voluntad esto le permite bendecir nuestras vidas de muchas maneras maravillosas. Por medio del Espíritu, Cristo mora con nosotros, por medio del Espíritu estamos sellados para la redención y, lenta pero seguramente, asentados en la verdad para no flaquear.
Invitación
¿Cómo está nuestra conciencia? ¿Tu conciencia? ¿Hemos confesando nuestros pecados a Dios y le hemos pedido perdón? ¿Hemos hecho daño a otro y no le hemos dicho “lo siento estaba equivocado, le pido perdón? ¿Tenemos rencor en nuestros corazones contra alguien? ¿Hemos perdonado a aquellos que nos han hecho daño? El Espíritu Santo nos dará fuerzas para hacerlo.
Cuando una persona está llena del Espíritu Santo, actuará bajo la voz de su conciencia. Tenemos que mantener nuestra conciencia limpia, así como mantenemos nuestros anteojos o los cristales de los carros limpios. Es más fácil brincar, aplaudir, caerse de espaldas, o tener un servicio de sanación, que confesar nuestros pecados y arrepentirnos.
Llamado a una oración de confesión.
Textos de importancia:.
Hechos 24:16 (DHH) “Por eso procuro tener siempre limpia mi conciencia delante de Dios y de los hombres.”
2Corintios 1:12 (DHH) “Hay algo que nos causa satisfacción, y es que nuestra conciencia nos dice que nos hemos portado limpia y sinceramente en este mundo, y especialmente entre ustedes. Esto no se debe a nuestra propia sabiduría, sino a que Dios en su bondad nos ha ayudado a vivir así.”
1Timoteo 1:18,19 (DHH) “Timoteo, hijo mío, te doy este encargo para que pelees la buena batalla con fe y buena conciencia, conforme a lo que antes dijeron los hermanos que antes hablaron de ti en nombre de Dios. Algunos por no haber hecho caso a su conciencia, han fracasado en su fe.”
1Pedro 3:16 (DHH) “Pero háganlo con humildad y respeto. Pórtense de tal modo que tengan tranquila su conciencia, para que los que hablen mal de su buena conducta como creyentes en Cristo, se avergüencen de sus propias palabras.”