Sin lugar a duda si hay una historia en el AT que me impresiona por ser una epopeya de amor, amistad y misericordia es la protagonizada por el rey David y Mefiboset.
Detalla esta historia la culminación de una promesa pero a la vez el término de un sufrimiento de un joven el cual por error de una persona quedo minusválido y paralitico del alma y de corazón.
Pero contra todo pronóstico en esta historia cada día yo me veo irradiado como al
espejo claro.
Ya Mefiboset es restituido de donde nunca debió salir, y como has de imaginar y saber además, que diariamente antes de que la familia real comenzaran sus actividades reales, iban a la mesa para desayunar o almorzar y allí encontrarse con el rey padre y líder de todo Israel, y allí convocado era diariamente Mefiboseth, si el mismo que días antes estaba en un lugar solitario y lejos del reino.
Pero si trajese una fotografía de ese tiempo a nuestro tiempo moderno de esos encuentros diarios, ¿crees poder diferenciar a Mefiboseth? Antes que te adelantes con tu respuesta te digo que recuerda que este joven pertenecía a la realeza, su padre Jonatán candidato al trono y nieto del Rey Saúl, reitero mi pregunta ¿crees poder diferenciar a Mefiboset? No creas que esa mesa estaba llena de príncipes y de un mendigo que vino hoy a comer de colado, ¡no! Así que te invito por favor que hagas un cuadro mental de ese almuerzo real, en el cual nuestro personaje
principal está ahí.
Después de un buen baño real, una buena rasurada real, colonia real, vestido real, ¿adivinarías quién es el discapacitado?
Fíjate en esta fotografía mental: el Rey David Padre, Tamar la hija hermosa, Salomón el inteligente príncipe, Amnón el obstinado y rebelde, el bello Absalón y nuestro personaje, todos parecen hijos de David. Solo cuando todos se van a sus labores y actividades reales es cuando notamos la diferencia. Es cuando la persona encargada quita el mantel y queda al descubierto la fragilidad de Mefiboset.
Por eso te digo tú y yo somos así, si nos ponen ese mantel parecemos hombres y m
ujeres de Dios pero pocos saben que cuando ese mantel se cae se denota nuestra necesidad, pero al ponerlo parecemos Príncipes y Princesas y a lo contrario somos solo pobres mendigos necesitados.
Es que esa joven canta de una forma angelical, que lindo predica, que bien dirige, que bien portado, que bueno que nos ayuda, todos los anteriores están detrás de la mesa y el mantel no nos hace ver sus necesidades. Con razón el Señor les dijo a los discípulos: ¡sin mi nada podéis hacer! (San Juan 15), porque en el momento que nos creamos ser alguien por lo que hacemos o por lo que nos pueda ver la iglesia o el mundo deberíamos mirar debajo de la mesa y mirar nuestra debilidad.
Siempre estamos invitados a comer a la mesa del rey al igual que Mefiboset. Pero que la memoria no se nos haga frágil y olvidemos nuestra necesidad, más la invitación del Padre para que nuestras vidas parezcamos personas perfectas.
Por eso te reto hoy a entender esto: ¡Olvídate de donde Dios te puso más nunca, nunca olvides de donde te saco. Y si te pasa por favor mira debajo de la mesa!
Por Martin Santana
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