15/03/2010

EL ESPÍRITU SANTO Y TU CONSCIENCIA

Trataremos de demostrar cómo el Espíritu Santo se relaciona en nuestra vida. Debido a la confusión que existe, se hace necesario aclarar la confusión, la mala representación y las falsas expectativas.
Romanos 8:1- 4 (versión Dios Habla Hoy) “Así pues, no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no viven según la naturaleza humana sino según el Espíritu. Porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús, nos libera de la ley del pecado y de la muerte. Porque Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no pudo hacer, pues no era capaz de hacerlo debido a la naturaleza del hombre pecador: Dios envió a su propio hijo en condición semejante a la de hombre pecador y como sacrificio por el pecado, para de esta manera condenar al pecado en la propia naturaleza humana. Lo hizo para que nosotros podamos cumplir lo que la ley ordena, pues ya no vivimos conforme a la naturaleza del hombre pecador sino conforme al Espíritu.”
Hoy vamos a hablar acerca del Espíritu Santo y nuestra conciencia. Uno de mis yernos, que está bien empapado en asunto de carros, fue el primero en enseñarme una frase que nunca antes había escuchado. Y se usa al referirse a un tipo de indicador que algunos carros usan para alertar al conductor de que hay problemas en alguna parte del carro. El me dijo, “Papá, esas son luces de idiotas.”
¿Qué es una luz de idiota? Pensé. El me explicó, que son luces que no te dicen la condición actual del equipo, como la presión del aceite o el voltaje de la batería. Las luces de idiota sólo prenden cuando hay graves problemas, y en ciertas ocasiones cuando las luces de idiota prenden... ¡Idiota, ya el daño ocurrió! Por el contrario, existen indicadores o relojes que continuamente te muestran la condición del equipo del carro en un área específica, con una breve mirada puedes saber la presión del aceite o cuantos voltios el alternador está generando.
Alguna gente sólo usa “luces de idiota” en la vida cristiana. Su vida cristiana es precaria porque internamente no tienen forma de saber si están en el camino correcto o no. Otros cristianos, tienen un indicador altamente calibrado. Este indicador calibrado continuamente observa la vida cristiana y los mantiene al tanto de cómo está su relación con Dios y con su prójimo. Este instrumento se llama la conciencia. Sin una conciencia altamente calibrada, la relación del cristiano con el Espíritu Santo está en peligro. Una persona que ora pidiendo recibir el Espíritu Santo y no le presta atención a las indicaciones de su conciencia, esta sentenciado a un fracaso en la vida cristiana.
Creo que el punto de contacto, el lugar donde el Espíritu de Dios se encuentra con nuestro espíritu, es la conciencia. Por lo tanto la Escritura es clara cuando nos dice que el secreto de una vida cristiana victoriosa es el testimonio de una conciencia clara. Pero antes de que hablemos de como tener y mantener una conciencia limpia, quiero que pensemos en cuáles son nuestras expectativas acerca del Espíritu Santo. Cuando decimos que queremos ser llenados por el Espíritu Santo, ¿qué esperamos que suceda? ¿Acaso la persona que se entrega totalmente al dominio del Espíritu Santo, pierde la capacidad de tomar decisiones?
¿Será posible que en algún momento el Espíritu Santo tome control sobre nosotros hasta el punto que nunca más tengamos que decidir entre el bien y el mal? ¿tomará él decisiones por nosotros? La persona que está llena del Espíritu Santo, ¿tendrá que tomar decisiones diariamente, o las hará el Espíritu por él? A veces en nuestros himnos cantamos que el Espíritu Santo tome control total. ¿Acaso el Espíritu Santo decidirá qué ropa te pondrás por la mañana, qué comerás en el desayuno y qué vas a hacer durante el día?
A veces pienso que esto es lo que quisiéramos que sucediera , porque entonces nunca seríamos responsables por nuestras propias decisiones. Claro, que si perdemos nuestra capacidad de tomar decisiones nos convertiríamos en robots. Mejor dicho, “robots celestiales.” He oído historias de gente que es poseída por espíritus diabólicos, pero no puedo imaginarme a alguien poseído por el Espíritu Santo. En otras palabras, yo puedo comprender que el diablo batalle por tomar control de nuestra capacidad de tomar decisiones, pero no puedo visualizar que el Espíritu Santo nos quite esta capacidad.
De hecho, estoy totalmente convencido que la persona que esté llena del Espíritu Santo no tendrá menos decisiones que hacer sino más decisiones que nunca. ¿Comprenden lo emocionante de nuestra existencia? Lo que nos hace diferentes de una flor o un gatito, es nuestra capacidad de decidir. El pecado rompió nuestra habilidad de poder discernir y escoger entre lo bueno y lo malo. Pero cuando el Espíritu de Dios mora en nosotros, nos devuelve nuestra voluntad. El Espíritu de Dios nos hace nuevos. Durante nuestra primera experiencia cristiana, solo podíamos diferenciar entre lo blanco y lo negro. Pero a medida que crecemos en la gracia, llenos del Espíritu Santo, seremos capaces de discernir cualquier cosa que sea corrupta y profana, o sea, ¡podemos reconocer el color gris!
Cuando estamos llenos del Espíritu Santo, nuestra conciencia se convierte en una red tan fina, que detendrá y aguantará cualquier cosa que no sea para la gloria y la honra de Dios. Es muy importante que entendamos a que nivel trabaja el Espíritu Santo. El Espíritu Santo trabaja con su poder re-constructivo al nivel de lo que nosotros somos. Con esto me refiero al lugar desde donde brotan nuestros pensamientos. ¿Has dicho alguna vez: “yo se que no debo haber hecho esto, pero...”? Esta es la parte de nosotros en la que el Espíritu Santo trabaja. Él no trabaja a nivel de nuestra vida externa. Todavía tendrás que decidir qué vas a desayunar, pero él trabaja a nivel del espíritu de donde nacen nuestras decisiones.
¿Les resulta claro entender esto? Cuando el Espíritu Santo mora en nuestro ser, él sigue siendo quien siempre ha sido y nosotros seguimos siendo nosotros mismos. El verdadero trabajo del Espíritu Santo en nosotros, si se lo permitimos, es re-crearnos. Bien adentro, a nivel de nuestra vida espiritual, él cambia el verdadero yo. ¿Pueden verlo? Naturalmente una nueva creación tendrá nuevos pensamientos y por ello nuevas acciones. Muchos de nosotros oramos para que el Espíritu Santo controle nuestras vidas. Pero no le hemos permitido tener acceso a quien verdaderamente somos, nuestro verdadero yo.
Todo este asunto se puede resumir en las palabras: “Me deleito en hacer tu voluntad, oh mi Dios, porque tu ley está escrita en mi corazón.” Cuando tengamos el corazón de Jesús, también tendremos la mentalidad de Jesús.” Nosotros podemos poner la ley en nuestras espaldas o podemos ponerla en nuestra mente. Pero no podemos poner la ley en nuestros corazones, sólo el Espíritu Santo es quien puede hacerlo. Esto es a lo que Jesús se refería cuando le dijo a Nicodemo, “tienes que nacer de nuevo”. Lo que estoy diciendo es simplemente esto: una persona que esté llena del Espíritu Santo no es una persona exenta de decidir entre el bien y el mal. De hecho, la persona llena del Espíritu es la única que puede hacerlo.
El punto que quiero resaltar es que el Espíritu no trabaja primordialmente al nivel de lo que dices o haces. Esto tendrás que decidirlo tú. El prefiere trabajar al nivel de lo que eres. La promesa es que “te daré un nuevo espíritu y pondré mi espíritu en tu ser.” El Espíritu Santo nunca podrá morar totalmente en medio nuestro hasta que cada uno de nosotros le permitamos que nos dé un nuevo espíritu. Hablemos ahora un poco del papel que juega nuestra conciencia en la vida cristiana en relación al Espíritu Santo.
Como les había dicho hace unos minutos, creo que el punto de contacto, donde nuestro espíritu se encuentra con el Espíritu de Dios es la conciencia. De hecho, aunque de una forma simplificada, si podemos decir que Dios nos habla, es por medio de la conciencia. Es por esta razón que en cualquier discusión o estudio del Espíritu Santo debe incluirse el papel que juega la conciencia. La conciencia es el centro nervioso espiritual. El lugar donde conocemos a Dios y la base de donde el Espíritu Santo, de una forma milagrosa, llama a nuestra voluntad y nos suplica que le permitamos entrar para cambiar nuestra naturaleza y convertirla en el carácter de Jesús.
Escuchen las palabras de Dios relacionadas con la importancia de tener una conciencia limpia. Sin embargo comúnmente conectamos la conciencia con la culpabilidad. Últimamente la palabra “culpabilidad” se ha convertido en una mala palabra. Pero recuerden que la culpabilidad es una función natural de la conciencia. El secreto de ser limpio de culpa no es suprimir la conciencia o golpearla con una plancha caliente, sino mas bien arrepentirnos de nuestros pecados y confesar nuestros errores a Dios y al hombre. Recuerden una cosa, que no puede haber un verdadero reavivamiento sin confesión y arrepentimiento.
Recuerden que no puede existir una curación verdadera de un sentimiento de culpa si no hay confesión. La promesa dice así “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo como para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia.” La primera función del Espíritu es convencernos de pecado. Esto se hace al nivel de la conciencia. Un cristiano que no tenga su conciencia clara ante Dios y los hombres, nunca podrá pretender que el Espíritu Santo more en él. Es por esto que es imperativo que cualquier estudio sobre el Espíritu Santo debe necesariamente incluir confesión y perdón de pecados. Porque esta es la razón de su existencia, poner al pecado a la mayor luz posible. El pecado sin confesar es el pecado imperdonable.
Es gracioso como a veces inventamos tantas excusas que nos impiden la confesión de pecados. Típicamente tendremos mas de 100 razones por las cuales no debemos excusarnos con alguien. Usualmente sonará así, “yo me equivoqué, pero ellos se equivocaron también,” o “yo te pido perdón si tu me pides perdón a mí también,” o “no hubiera hecho eso si no fuera por...” La primera función del Espíritu Santo es convencernos de pecado, por la sencilla razón de que hay caminos que le parecen bien a los hombres pero el final de los mismos es muerte.
Otra función del Espíritu Santo es de convencernos de juicio. En otras palabras que nosotros somos responsables. A pesar de todo lo que nos están diciendo en estos días acerca de que cada uno debe echarle la culpa al otro por su condición actual, la realidad es que, nos guste o no, algún día tendremos que pararnos en el juicio frente al trono de Dios y dar cuenta de cada una de las fases de nuestras vidas. Claro, que cubiertos con la justicia y la sangre de Cristo como una parte fundamental de nuestras vidas, nosotros como hijos de Dios, no tenemos a que temerle en el juicio final.
Otro aspecto del Espíritu Santo es el de convencernos de justicia. El Espíritu Santo de Dios es el que, si me permiten usar la ilustración, nos hace un transplante de órgano. El nuevo nacimiento es un fenómeno dinámico del Espíritu Santo, pero para evitar el rechazo del nuevo corazón tenemos que morir al yo. Porque nuestra naturaleza está en guerra con Dios.
Pero volviendo al asunto de la conciencia otra vez. Dado que la conciencia es el punto de contacto, la meta de la vida cristiana es tener una conciencia lo más sensitiva posible. ¿Se dan cuenta? Una conciencia clara, firmemente atada al Espíritu Santo nos da la habilidad de discernir entre lo bueno y lo malo. Esta habilidad que recibimos es una bendición especial del Espíritu Santo. La conciencia no es sólo el punto de convicción pero también es el punto donde él nos enseña.
Repaso
La conciencia es el punto de contacto con el Espíritu Santo, es su comunicador – un tipo de indicador– un radar, si le podemos llamar así. Recuerden, Dios es Dios y yo soy yo, aun cuando el Espíritu Santo more en mí. ¿Quién soy yo? ¿Qué soy yo? Lo que más se acerca a esta definición es que yo soy mi voluntad. Yo sé quien soy porque tengo voluntad propia, en cierto sentido mi voluntad soy yo. A medida que el Espíritu Santo comunica la palabra de Dios por medio de la conciencia, es mi voluntad la que tiene que responder. Mi voluntad soy yo.
Recuerden que el Espíritu Santo no nos controlará, es nuestra voluntad la que nos controla. En cambio el Espíritu sí nos:
1. Comunicará la voluntad de Dios por medio de su palabra.
2. Nos dará fuerzas para resistir tendencias heredadas y cultivadas hacia el pecado cuando se lo pidamos.
3. Creará una nueva vida, dentro de lo más profundo de nuestro ser, si se lo pedimos. Pero recuerden, esto lleva una secuencia de eventos. Él no hará el #3 a menos que le permitamos que nos purifique por medio de la Palabra, y nos limpie de toda injusticia. No puede haber una nueva vida sin haber muerto a la vieja vida. Aquí es donde nosotros estamos frustrando los intentos del Espíritu.
¡Qué regalo mas precioso de Dios! ¡El Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo morando en nosotros! Recuerden, nuestra conciencia es el punto donde él se comunica con nosotros. Por nuestra parte, se requiere nuestra voluntad – Pide y se te concederá. Busca y encontrarás, toca y se te abrirán las puertas. Al entregarle nuestra voluntad esto le permite bendecir nuestras vidas de muchas maneras maravillosas. Por medio del Espíritu, Cristo mora con nosotros, por medio del Espíritu estamos sellados para la redención y, lenta pero seguramente, asentados en la verdad para no flaquear.
Invitación
¿Cómo está nuestra conciencia? ¿Tu conciencia? ¿Hemos confesando nuestros pecados a Dios y le hemos pedido perdón? ¿Hemos hecho daño a otro y no le hemos dicho “lo siento estaba equivocado, le pido perdón? ¿Tenemos rencor en nuestros corazones contra alguien? ¿Hemos perdonado a aquellos que nos han hecho daño? El Espíritu Santo nos dará fuerzas para hacerlo.
Cuando una persona está llena del Espíritu Santo, actuará bajo la voz de su conciencia. Tenemos que mantener nuestra conciencia limpia, así como mantenemos nuestros anteojos o los cristales de los carros limpios. Es más fácil brincar, aplaudir, caerse de espaldas, o tener un servicio de sanación, que confesar nuestros pecados y arrepentirnos.
Llamado a una oración de confesión.
Textos de importancia:.
Hechos 24:16 (DHH) “Por eso procuro tener siempre limpia mi conciencia delante de Dios y de los hombres.”
2Corintios 1:12 (DHH) “Hay algo que nos causa satisfacción, y es que nuestra conciencia nos dice que nos hemos portado limpia y sinceramente en este mundo, y especialmente entre ustedes. Esto no se debe a nuestra propia sabiduría, sino a que Dios en su bondad nos ha ayudado a vivir así.”
1Timoteo 1:18,19 (DHH) “Timoteo, hijo mío, te doy este encargo para que pelees la buena batalla con fe y buena conciencia, conforme a lo que antes dijeron los hermanos que antes hablaron de ti en nombre de Dios. Algunos por no haber hecho caso a su conciencia, han fracasado en su fe.”
1Pedro 3:16 (DHH) “Pero háganlo con humildad y respeto. Pórtense de tal modo que tengan tranquila su conciencia, para que los que hablen mal de su buena conducta como creyentes en Cristo, se avergüencen de sus propias palabras.”

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