No basta con hablar de Cristo y de la belleza de su carácter. El cristianismo sin Cristo morando en el corazón, no es genuino cristianismo. Sólo es un cristiano genuino aquel que tiene a Cristo morando en su corazón, y podemos solamente vivir la vida de Cristo, cuando Él mora en nosotros. Quiere que nos aferremos a la vida y poder del cristianismo. No os sintáis satisfechos con menos que eso. No deis oído a nadie que os lleve por ningún otro camino. "Cristo en vosotros, la esperanza de gloria". Su poder, su presencia morando allí, eso es cristianismo. Eso es lo que necesitamos hoy; y estoy agradecido porque haya corazones que estén anhelando esa experiencia, y que la reconocerán cuando llegue. No hace diferencia alguna cuál pueda ser vuestro nombre, o cuál vuestra denominación. Reconoced a Jesucristo y permitidle que more en vosotros. Siguiéndole a donde os lleve, sabremos en qué consiste la experiencia cristiana, y qué es morar en la luz de su presencia. Os digo que se trata de una verdad sublime. El lenguaje humano es incapaz de expresar mejor lo contenido en estas palabras: "El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros". Esa es nuestra salvación.
El objeto de estas puntualizaciones no es meramente el establecer una línea de pensamiento. Es traer nueva luz a nuestra alma, y expandir nuestros conceptos sobre la palabra de Dios y el don de Dios, a fin de que podamos apreciar su amor por nosotros. Lo necesitamos. Nada menos que eso nos bastará, en vista de lo que tenemos que enfrentar: el mundo, la carne y el diablo. Pero el que está por nosotros es más poderoso que el que está contra nosotros. Tengamos en nuestras vidas diarias a Jesucristo, el "Verbo" que "se hizo carne".
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