En paz me acuesto y me duermo,
porque sólo tú,
Señor, me haces vivir confiado.
Salmos 3:8
Nadie puede negar que dormir corrido y lograr pasar una
noche sin sobresaltos es una gran bendición. Después de una noche como esa nos
sentimos verdaderamente reconfortados y descansados, con nuevas fuerzas para
enfrentar el día.
Las noches
del dichoso son así. Esto no ocurre porque la persona sea especial
(aunque lo es) sino porque Dios lo permite. Dios es quien da el reposo. Dios es
quien da la paz.
Si quieres experimentar esas paz que trasciende todo
entendimiento debes acudir a Dios por cuanto él es el único que te la puede
conceder.
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