30/01/2010

LA NECESSIDAD DE UNA JUSTICIA PERFECTA

Es maravilloso saber que Dios ha perdonado todos mis pecados, pero si deseo disfrutar de mi relación con Dios, debo tener una justicia que Dios acepte.
Dios es un Dios santo. La Biblia enseña que Dios es toda luz y gloria. Él es perfecto en justicia y pureza. Nada pecaminoso puede entrar jamás a Su presencia. Muchas veces en la Biblia la oscuridad representa el pecado. La Biblia dice: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas [pecado] en él (1 Juan 1:5).
El profeta Isaías una vez tuvo una visión donde vio a Dios en Su trono de gloria. Alrededor del trono había hermosos seres celestiales que estaban adorando a Dios y diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria (Isaías 6:3).
Cuando Isaías vio esta visión de la gloria y santidad de Dios, cayó sobre su rostro y exclamó: ¡Ay de mí! Que soy muerto . . . han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos (Isaías 6:5).
¿Por qué Isaías cayó sobre su rostro y exclamó: “¡Ay de mí! Que soy muerto”? Fue por su sentir de pecado. Isaías era un hombre bueno que amaba a Dios, pero sabía que tenía pecado. Él sabía que no era digno de estar en la presencia del glorioso y santo Dios.
Necesito una justicia perfecta.
¿Cuál es la diferencia entre ser perdonado y ser justificado? Ser perdonado significa que ha sido quitado mi pecado; ser justificado es ser “vestido” apropiadamente para la presencia de Dios.
Ser perdonado es como bañarse. Ser justificado es como ponerse ropa limpia y bonita. Nos bañamos para quitar lo sucio. Nos ponemos ropa bonita para estar vestidos apropiadamente.
Supongamos que yo estuviera sucio y vistiera harapos. Un gran rey me ve, y por alguna razón desea ayudarme. Me invita a visitarlo en su palacio.
¿Qué tendría que hacer? Primero tendría que bañarme para quitarme todo lo sucio. Luego tendría que vestirme con ropa apropiada para entrar a la presencia de un gran rey.
¿Y cómo debo entrar a la presencia de Dios? Cuando pienso en cuanto a entrar a la presencia de Dios, el Rey del universo, me doy cuenta de que necesito estar “vestido” con una justicia aceptable a Él.
¿Qué clase de justicia acepta Dios? Dios acepta sólo la justicia perfecta. Es la única clase de justicia que Dios acepta.
¿Puedo hacerme yo mismo perfectamente justo ante los ojos de Dios? No, no puedo. No importa cuánto me esfuerce, nunca podré hacerme perfectamente justo ante los ojos de Dios. Todas mis “justicias” –lo mejor que yo puedo hacer—son como “trapo de inmundicia” ante los ojos de Dios. El profeta Isaías dijo:
Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia (Isaías 64:6).
¡Pero hay buenas noticias! Lo que nosotros jamás lograremos por nuestra propia cuenta, Dios ya lo ha hecho para nosotros. Ha provisto una justicia perfecta para todos los creyentes.
¿Cómo me hace Dios perfectamente justo ante Sus ojos?
Dios ha hecho tres cosas maravillosas para hacerme perfectamente justo: Dios se deshizo de mi vida vieja, Dios me hizo como una persona nueva en Cristo, y Dios me dio a Cristo como mi justicia. Veamos cómo Dios hizo esto.
Dios se deshizo de mi vida vieja.
¿Recuerdas la ilustración del hombre de papel en el libro? Una vez que el hombre de papel estaba dentro del libro, todo lo que le sucedía al libro, también le sucedía al hombre de papel porque estaba en el libro.
Eso es lo que sucede con nosotros. Dios me puso en Cristo en la cruz. Cuando Cristo fue crucificado, yo fui “crucificado con él”. Cuando Él murió, yo morí con Él. Por su puesto, no estoy muerto físicamente, pero “morí” en Cristo. Así me ve Dios. Ya no mira mi vida vieja.
Dios me hizo como una nueva persona en Cristo.
Morí con Cristo. Fui sepultado con Cristo. Ante los ojos de Dios allí terminó mi vida vieja. Ahora Dios me ha hecho como una nueva persona en Cristo. La Biblia dice:
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10).
Dios me dio a Cristo como mi justicia.
En mí mismo no soy justo, pero Dios me ha hecho perfectamente justo ante Sus ojos. ¿Cómo hizo esto Dios? Me puso en Cristo y me dio a Cristo como mi justicia. La Biblia dice:
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Corintios 5:21).
Este versículo nos dice que somos “hechos justicia de Dios en él”, o sea, en Cristo. De la misma manera que Dios ve a Cristo, perfectamente justo, así nos ve a nosotros, perfectamente justos, porque estamos en Cristo.
La historia del hijo pródigo nos muestra cómo Dios hace posible que vengamos ante Su presencia con una justicia que es adecuada para Él.
El hijo pródigo fue hecho aceptable para su padre.
Cuando el hijo pródigo regresó a su padre, no sabía cómo sería recibido. El padre corrió a verlo y lo cubrió de besos. En ese momento el hijo sabía cómo se sentía su padre en cuanto a él. Sabía que era perdonado y aceptado.
Pero aunque sabía que había sido perdonado y aceptado por su padre, podemos estar seguros que el hijo pródigo no estaba completamente feliz. No estaba feliz a causa de su condición. Seguía estando sucio y vestido de harapos.
El hijo pródigo quizás le dijo a su padre: “Es maravilloso que me ames tanto y que me recibas así, pero no lo puedo disfrutar, porque no soy aceptable”.
¿Qué hizo el padre? Le dijo a sus siervos: “Saquen el mejor vestido, y vístanlo”. Podemos estar seguros que el vestido nuevo no se lo pusieron al hijo pródigo encima de la mugre y los harapos. Lo bañaron, y le quitaron su ropa vieja. Los siervos le pusieron “el mejor vestido”. Se le llama “el mejor vestido” porque no había otro mejor.
Ahora, ¿cuál es la situación del hijo? Ha sido lavado de lo sucio; tiene ropa limpia; está usando el mejor vestido. Sabe que ahora es aceptable para estar en la presencia de su padre. Ahora puede disfrutar de estar con su padre porque su padre lo ha hecho aceptable.
“El mejor vestido” no sólo hizo que el hijo fuera aceptable a su padre, sino que hizo que estuviera consciente de que era aceptable. El hijo ahora sabía que era acepto para estar en la presencia de su padre, porque su mismo padre lo había hecho acepto.
Esta historia tiene un significado profundo y celestial. El Señor Jesús nos relató esta historia porque desea que sepamos lo que el Padre ha hecho para que seamos aceptables a Él.
Dios no sólo me ha limpiado de todos mis pecados, sino que me ha hecho una nueva persona en Cristo. Y ha provisto una justicia perfecta para mí al darme Su “mejor vestido”.
¿Cuál es “el mejor vestido” de Dios? ¡“El mejor vestido” de Dios es Cristo! En el momento en que fui salvo, Dios me puso en Cristo, y me dio a Cristo como mi justicia.
Como el hijo pródigo tenía “el mejor vestido” que le había dado su padre, podía disfrutar estar en la presencia de su padre. Él sabía que estaba vestido de una manera aceptable para él.
Dios me ha hecho aceptable para Sí Mismo al darme “el mejor vestido”. Me ha dado a Cristo como mi justicia perfecta. Ahora puedo disfrutar estar en la presencia de Dios porque estoy en Cristo.
Soy “acepto en el Amado”.
A través de mi muerte y resurrección con Cristo, ahora tengo una nueva posición ante Dios. Ya no estoy en Adán. Ahora estoy en Cristo. Soy aceptable para Dios porque estoy en Cristo. La Biblia dice:
Para la alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado [Cristo] (Efesios 1:6).
La justicia en Cristo que me hace acepto ante Dios es perfecta y completa. No me la gané. Dios me la dio en el momento en que recibí a Cristo como mi Salvador. Nunca dejaré de ser acepto ante Dios. Siempre soy acepto en Cristo.
Mi “posición” y mi “andar”
La Biblia habla de mi “posición” en Cristo y de mi “andar” con Cristo. Necesito comprender la diferencia entre estas dos cosas.
¿Cuál es mi “posición” en Cristo? Mi “posición” es la manera en que Dios me ve en Cristo. Mi posición siempre es perfecta porque es la manera en que Dios me ve en Cristo.
¿Qué es mi “andar” con Cristo? Mi “andar” es la manera en que vivo día a día. ¿Es perfecto mi “andar”? No, no lo es. ¿Por qué? Porque depende de mí – y yo todavía peco algunas veces. Mientras siga viviendo aquí con mi cuerpo, seguiré pecando de vez en cuando.
Debemos recordar que nuestra posición es la manera en que Dios nos ve en Cristo, y nuestro andar es la manera en que vivimos aquí en la tierra.
Dios siempre me acepta de acuerdo a mi posición en Cristo, y no de acuerdo a mi andar –mi manera de vivir. ¡Dios siempre me ve en Cristo!

21/01/2010

LA BÍBLIA: SU SIGNIFICADO, ORIGEN Y CONTENIDO

2ª Pedro 1:21
I. ¿Qué significa el término Biblia? Biblia: viene del griego Biblion, que significa "colección de libros". También es conocida como "Los Rollos, Las Escrituras, La Palabra".
II. ¿Por qué la Biblia es palabra de Dios? Porque fue inspirada por Dios. (Jer. 36:2, 2da. Ped.1:21, 2da. Tim. 3:16) Por su fidelidad y cumplimiento. Cristo mismo afirmó su autenticidad y veracidad. (Ez. 12:25, Lc. 4:21, Jn. 5:46-.47) Porque permanece. Fue escrita hace mucho tiempo y ha llegado a nosotros en un estado de preservación. (Isa. 40:8, Mt. 24:35)
III. Estructura de la Biblia. La Biblia es una reunión de 66 libros divididos en dos partes conocidas hasta hoy como: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. Para su mejor estudio daremos datos de cada uno de ellos, así diremos que:
A. El Antiguo Testamento Está formado por 39 libros que pueden clasificarse de la manera siguiente:
1. Libros de la Ley o Pentateuco. a. Génesis; b. Exodo; c. Levítico; d. Números; e. Deuteronomio.
2. Libros históricos. a. Josué; b. Jueces; c. Rut; d. 1 Samuel; e. 2 Samuel; f. 1 Reyes; g. 2 Reyes; h. I Crónicas i. 2 Crónicas; j. Esdras; k. Nehemías; l. Ester.
3. Libros de Poesía. a. Job; b. Salmos; c. Proverbios; d. Eclesiastés; e. Cantares
4. Libros de Profetas Mayores. a. Isaías; b. Jeremías; c. Lamentaciones; d. Ezequiel; e. Daniel
5. Libros de Profetas Menores. a. Oseas; b. Joel; c. Amós; d. Abdías; e. Jonás; f. Miqueas; g. Nahúm; h. Habacuc; i. Sofonías; j. Hageo; k. Zacarías; l. Malaquías
B. El Nuevo Testamento
Está formado por 27 libros, que también podemos ordenarlos de esta forma:
1. Evangelios. a. San Mateo; b. San Marcos; c. San Lucas; d. San Juan
2. Libro de Historia. a. Libro de los Hechos
3. Epístolas Paulinas. a. Romanos; b. 1 Corintios; c. 2 Corintios; d. Gálatas; e. Efesios; f. Filipenses; g. Colosenses
h. 1 Tesalonicenses; i. 2 Tesalonicenses; j. I Timoteo; k. 2 Timoteo; l. Tito; m. Filemón
4. La carta a los Hebreos. [no se sabe a ciencia cierta quien la escribió]
5. Epístolas Universales. a. Santiago; b. 1 Pedro; c. 2 Pedro; d. 1 Juan; e. 2 Juan; f. 3 Juan; g. Judas
6. Libro de Profecía. a. Apocalipsis
IV. El Origen de la Biblia.
A. La Biblia misma nos dice de donde vino. (2 Tim. 3:16 17 y 2 Pedro 1:21) "Inspirados por el Espíritu Santo."
B. Fueron más de 40 hombres inspirados por el Espíritu Santo que escribieron la Biblia. Eran de todas clases sociales desde campesinos hasta reyes. Fue escrita durante un período de más de 1600 años. A pesar de esto, no hay errores ni contradicciones. Es una maravilla de unidad, de pensamiento, historia, profecía y verdad espiritual. Esto prueba que detrás de los autores humanos había un Autor Divino. ¡La Biblia es la Palabra de Dios!
V. Tres Palabras Importantes.
Para comprender como llegó la Biblia a nosotros hay que entender estas tres Palabras: Revelación, inspiración, e iluminación. Encontramos estos tres pensamientos en 1 Corintios 2:9-16.
A. Revelación 1 Corintios 2: 9 11. La única manera de saber lo que está en la mente de otra persona es que esa persona lo revele. La única manera por la cual podemos saber lo de Dios es que Dios nos lo reveló. (v. 11) Esto fue hecho por medio del Espíritu Santo. (V. 9 10) El Espíritu Santo reveló las verdades a los escritores de la Biblia.
B. Inspiración 1 Cor. 2:12 13. No era suficiente para Dios revelar Sus verdades a ciertos hombres. También los inspiró a predicarlas y escribirlas para el beneficio de otros. No solamente les dio las ideas, sino las palabras con que expresarse. (v. 13) Pero usó el carácter y el vocabulario del autor humano. Es importante recordar que la Biblia fue escrita originalmente palabra por palabra como fue inspirada por Dios. Se llama inspiración verbal. Es una doctrina básica de la Iglesia de Dios
C. Iluminación 1 Cor. 2:14 16. Se trata del poder de entender la Biblia. El hombre natural, o sea el perdido, no puede recibir las cosas espirituales porque no ha nacido de nuevo. (Juan 3:5 7) La persona que es templo del Espíritu Santo y está lleno de Él puede entender las Escrituras a base del estudio y la oración. El Espíritu Santo es el Maestro Divino. (1 Juan 2:27)
VI. La iglesia cree que su origen es divino.
A. Las Iglesias cristianas de todos los tiempos, creemos que la Santa Biblia fue escrita por hombres inspirados sobrenaturalmente; y que ella es, por lo tanto, y será hasta el fin de las edades, la única revelación completa y final de la unión cristiana y la voluntad de Dios al hombre; que ella es el centro verdadero de la unión cristiana y la norma suprema por la cual toda conducta humana, todos los credos y todas las opiniones deben probarse.
B. Por la Santa Biblia nosotros aceptamos la colección de sesenta y seis libros, del Génesis al Apocalipsis, la cual en su forma escrita original, no solamente contiene y transmite la Palabra de Dios, sino que es la misma Palabra de Dios.
C. Por Inspiración, nosotros damos a entender que los libros de la Biblia fueron escritos por antiguos hombres santos, quienes fueron movidos por el Espíritu Santo en una forma tan definitiva, que sus escritos fueron sobrenatural y verbalmente inspirados y estuvieron libres de error, como ningunos otros escritos lo han sido ni lo serán jamás.

19/01/2010

EL GLORIOSO TEMPLO DEL CIELO

El pasaje bíblico que más que cualquier otro había sido el fundamento y el pilar central de la fe adventista era la declaración: "Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el Santuario" (Dan. 8: 14, VM). Estas palabras habían sido familiares para todos los que creían en la próxima venida del Señor. La profecía que encerraban era repetida como santo y seña de su fe por miles de bocas. Todos sentían que sus esperanzas más gloriosas y más queridas dependían de los acontecimientos predichos por ella. Había quedado demostrado que esos días proféticos terminaban en el otoño del año 1844. En común con el resto del mundo cristiano, los adventistas creían entonces que la tierra, o alguna parte de ella, era el santuario. Entendían que la purificación del santuario era la purificación de la tierra por medio del fuego del último y supremo día, y que ello se verificaría en ocasión del segundo advenimiento. De ahí que concluyeran que Cristo volvería a la tierra en 1844.
Pero el tiempo señalado había pasado, y el Señor no había aparecido. Los creyentes sabían que la Palabra de Dios no podía fallar; su interpretación de la profecía debía ser, pues, errada; pero, ¿dónde estaba el error? Muchos cortaron sin más trámites el nudo de la dificultad negando que los 2.300 días terminaran en 1844. Este aserto no podía apoyarse con prueba alguna, a no ser con la de que Cristo habría vuelto entonces para limpiar el santuario mediante la purificación de la tierra por fuego, y que como no había venido, los días no podían haber terminado.
Exactitud de los períodos proféticos
Aceptar estas conclusiones equivalía a renunciar a los cómputos anteriores de los períodos proféticos. Se había comprobado que los 2.300 días principiaron cuando entró en vigor el decreto de Artajerjes que ordenaba la restauración y la edificación de Jerusalén en el año 457 AC. Al tomar esto como punto de partida, había perfecta armonía en la aplicación de todos los acontecimientos predichos en la explicación de ese período que se halla en Daniel 9: 25-27. Sesenta y nueve semanas, o los 483 primeros años de los 2.300 años debían alcanzar hasta el Mesías, el Ungido; y el bautismo de Cristo y su unción por el Espíritu Santo, en el año 27 de nuestra era, cumplían exactamente la predicción. En medio de la septuagésima semana el Mesías debía ser muerto. Tres años y medio después de su bautismo, Cristo fue crucificado, en la primavera del año 31. Las setenta semanas, o 490 años les correspondían especialmente a los judíos. Al fin del período, la nación selló su rechazamiento de Cristo con la persecución de sus discípulos, y los apóstoles se volvieron hacia los gentiles en el año 34 de nuestra era. Al terminar entonces los 490 primeros años de los 2.300, quedaban aún 1.810 años. Si contamos desde el año 34, los 1.810 años llegan a 1844. "Entonces -había dicho el ángel- será purificado el Santuario". Era indudable que todas las anteriores predicciones de la profecía se habían cumplido en el tiempo señalado.
En ese cálculo todo era claro y armonioso, menos la circunstancia de que en 1844 no se veía acontecimiento alguno que correspondiera a la purificación del santuario. Negar que los días terminaban en esa fecha equivalía a confundir todo el asunto y abandonar creencias fundadas en el cumplimiento indudable de las profecías.
Pero Dios había dirigido a su pueblo en el gran movimiento adventista; su poder y su gloria habían acompañado la obra, y él no permitiría que ésta terminara en la oscuridad y en un chasco, para que se la cubriera de oprobio como si fuese una mera excitación mórbida y un producto del fanatismo. No iba a dejar su Palabra envuelta en dudas e incertidumbres. Aunque muchos abandonaron sus primeros cálculos de los períodos proféticos, y negaron la exactitud del movimiento basado en ellos, otros no estaban dispuestos a negar puntos de fe y de experiencia que estaban sostenidos por las Sagradas Escrituras y por el testimonio del Espíritu de Dios. Creían haber adoptado en sus estudios de las profecías sanos principios de interpretación, que era su deber atenerse firmemente a las verdades ya adquiridas, y seguir en el mismo camino de la investigación bíblica. Orando con fervor, volvieron a considerar su situación, y estudiaron las Santas Escrituras para descubrir su error. Como no encontraron ninguno en sus cálculos de los períodos proféticos, fueron inducidos a examinar más de cerca la cuestión del santuario.
El santuario del pacto antiguo
En sus investigaciones vieron que en las Santas Escrituras no había prueba alguna que apoyara la creencia general de que la tierra es el santuario; pero encontraron en la Biblia una explicación completa de la cuestión del santuario, su naturaleza, su ubicación y sus servicios; pues el testimonio de los escritores sagrados era tan claro y tan amplio que despejaba toda duda con respecto a este asunto. El apóstol Pablo dice en su epístola a los Hebreos: "En verdad el primer pacto también tenía reglamentos del culto, y su santuario que lo era de este mundo. Porque un tabernáculo fue preparado, el primero, en que estaba el candelabro y la mesa y los panes de la proposición; el cual se llama el Lugar Santo. Y después del segundo velo, el tabernáculo que se llama el Lugar Santísimo: que contenía el incensario de oro y el arca del pacto, cubierta toda en derredor de oro, en la cual estaba el vaso de oro que contenía el maná, y la vara de Aarón que floreció, y las tablas del pacto; y sobre ella, los querubines de gloria, que hacían sombra al propiciatorio" (Heb. 9: 1-5, VM).
El santuario al cual se refiere aquí San Pablo era el tabernáculo que construyó Moisés por orden de Dios como morada terrenal del Altísimo. "Me harán un santuario, para que yo habite en medio de ellos" (Exo. 25: 8, VM), había sido la orden dada a Moisés mientras estaba en el monte de Dios. Los israelitas estaban peregrinando por el desierto, y el tabernáculo se preparó de modo que pudiera ser llevado de un lugar a otro; no obstante, era una construcción de gran magnificencia . . .
Después que los israelitas se establecieron en Canaán, el tabernáculo fue reemplazado por el templo de Salomón, el cual aunque era un edificio permanente y de mayores dimensiones, conservaba las mismas proporciones y el mismo mobiliario. El santuario subsistió así -menos durante el período cuando permaneció en ruinas en tiempo de Daniel- hasta su destrucción por los romanos en el año 70 de nuestra era.
Ese fue el único santuario que haya existido en la tierra y del cual la Biblia nos da alguna información. San Pablo dijo de él que era el santuario del primer pacto. Pero, ¿no tiene el nuevo pacto también el suyo?
El santuario del nuevo pacto en el cielo.
Al volver al libro de Hebreos, los que buscaban la verdad encontraron que existía un segundo santuario, o sea el del nuevo pacto, al cual se alude en las palabras ya citadas del apóstol Pablo: "En verdad el primer pacto también tenía reglamentos del culto, y su santuario que lo era de este mundo". El uso de la palabra "también" implica que Pablo ha mencionado antes este santuario. Si volvemos al principio del capítulo anterior, leemos: "Lo principal, pues, entre las cosas que decimos es esto: Tenemos un tal sumo sacerdote que se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; ministro del santuario y del verdadero tabernáculo, que plantó el Señor, y no el hombre" (Heb. 8: 1, 2, VM).
Aquí tenemos revelado el santuario del nuevo pacto. El santuario del primer pacto fue levantado por el hombre, construido por Moisés; este segundo es levantado por el Señor; no por el hombre. En aquel santuario servían los sacerdotes terrenales; en éste es Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, quien ministra a la diestra de Dios. Uno de los santuarios estaba en la tierra, el otro está en el cielo.
Además, el tabernáculo que construyó Moisés se hizo según un modelo. El Señor le ordenó: "Conforme a todo lo que yo te mostraré, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus vasos, así lo haréis". Y le mandó además: "Mira, y hazlos conforme a su modelo, que te ha sido mostrado en el monte" (Exo. 25: 9, 40). Y San Pablo dice que el primer tabernáculo "era una parábola para aquel tiempo entonces presente; conforme a la cual se ofrecían dones y sacrificios"; que sus santos lugares eran "representaciones de las cosas celestiales"; que los sacerdotes que presentaban las ofrendas según la ley, ministraban lo que era "la mera representación y sombra de las cosas celestiales", y que "no entró Cristo en un lugar santo hecho de mano, que es una mera representación del verdadero, sino en el mismo cielo, para presentarse ahora delante de Dios por nosotros" (Heb. 9: 9, 23; 8: 5; 9: 24, VM).
Cristo en su Santuario. Págs. 98 –101.

EL ASUNTO DEL SANTUARIO FUE LA CLAVE QUE ACLARÓ EL MISTERIO DEL DESENGAÑO DE 1844

Reveló todo un sistema de verdades, que formaban un conjunto armonioso y demostraban que la mano de Dios había dirigido el gran movimiento adventista, y al poner de manifiesto la situación y la obra de su pueblo le indicaba cuál era su deber de allí en adelante. Como los discípulos de Jesús, después de la noche terrible de su angustia y desengaño, "se gozaron viendo al Señor," así también se regocijaron ahora los que habían esperado con fe su segunda venida.
Los últimos cincuenta años, [esto fue escrito en 1905] no han empañado ni una jota ni un principio de nuestra fe tal como la recibimos, con las grandes y maravillosas evidencias que nos dieron seguridad en 1844, después de transcurrida la fecha. Las almas que languidecen deben ser afianzadas y vivificadas por la Palabra de Dios. . . Ni una sola palabra ha sido cambiada o anulada. Lo que el Espíritu Santo testificó que era la verdad después de transcurrida la fecha del gran chasco, es el fundamento sólido de la verdad. Fueron revelados los pilares de la verdad y aceptamos los principios fundamentales que han hecho de nosotros lo que somos: adventistas del séptimo día, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús.
¿No ardían los corazones de los discípulos cuando Jesús les hablaba por el camino y les abría las Escrituras? ¿No nos ha abierto el Señor Jesús las Escrituras y nos ha presentado cosas que habían sido mantenidas en secreto desde la fundación del mundo? (Carta 326, del 4 de diciembre de 1905, dirigida a W. C. White).
Alza tus ojos. Pág. 351
Con los ojos fijos en el santuario.
En ningún momento debemos perder de vista la importante obra que se está haciendo en nuestro favor en el santuario celestial. Se nos amonesta:
"Como pueblo, debemos ser estudiantes fervorosos de la profecía; no debemos descansar hasta que entendamos claramente el tema del santuario, que ha sido presentado en las visiones de Daniel y Juan. Este asunto arroja gran luz sobre nuestra posición y nuestra obra actual, y nos da una prueba irrefutable de que Dios nos ha dirigido en nuestra experiencia pasada. Explica nuestro chasco de 1844, mostrándonos que el santuario que había de ser purificado no era la tierra, como habíamos supuesto, sino que Cristo entró entonces en el lugar santísimo del santuario celestial, y allí está realizando la obra final de su misión sacerdotal en cumplimiento de las palabras del ángel comunicadas al profeta Daniel: 'Hasta dos mil y trescientos días de tarde y mañana; y el santuario será purificado'.
"Nuestra fe con referencia al mensaje del primero, el segundo y el tercer ángeles era correcta. Los grandes hitos por los cuales hemos pasado son inconmovibles. Aun cuando las huestes del infierno intenten derribarlos de sus fundamentos, y triunfar en el pensamiento de que han tenido éxito, no alcanzarán su objetivo. Estos pilares de la verdad permanecen tan incólumes como las montañas eternas, sin ser conmovidos por todos los esfuerzos de los hombres combinados con los de Satanás y su hueste. Podemos aprender mucho, y debemos estar constantemente escudriñando las Escrituras para ver si estas cosas son así. El pueblo de Dios ha de tener ahora sus ojos fijos en el santuario celestial, donde se está realizando el servicio final de nuestro gran Sumo Sacerdote en la obra del juicio, donde él está intercediendo por su pueblo" (El Evangelismo, pág. 166).
Cristo en su Santuario pág 23
La verdad central de una teología sencilla.
Debe enseñarse en toda escuela establecida la más sencilla teoría teológico. En esta teoría, la expiación de Cristo debe ser la gran esencia, la verdad central. El tema maravilloso de la redención debe ser presentado a los estudiantes (Manuscrito 156, 1898).
La seriedad de la verdad del santuario.Mientras Cristo está purificando el santuario, los adoradores en la tierra deben repasar cuidadosamente su vida, y comparar su carácter con la norma de justicia (Review and Herald, 8 de abril, 1890).
La predicación de la doctrina del santuario es respaldada por el Espíritu Santo.
Durante más de medio siglo, los diferentes puntos de la verdad Presente se han objetado y han sido materia de oposición. Se han presentado como verdades nuevas teorías que no eran verdades y el Espíritu de Dios reveló su error. A medida que se presentaban los grandes pilares de la fe, el espíritu Santo les prestaba su testimonio y especialmente esto es cierto con respecto a las verdades del santuario. Muy repetidamente el Espíritu Santo ha respaldado de una manera notable la predicación de esta doctrina. Pero hoy en día, así como en lo pasado, algunos serán inducidos a idear nuevas teorías y a negar las verdades sobre las cuales el Espíritu de Dios ha colocado su aprobación (Manuscrito 125, 1907).
Falsas teorías con respecto al santuario.
En el futuro surgirán engaños de toda clase, y necesitamos terreno sólido para nuestros Pies. Necesitamos sólidos pilares para el edificio. No ha de quitarse ni un solo ápice de aquello que el Señor ha establecido. El enemigo presentará falsas doctrinas, tales como la doctrina que no existe el santuario. Este es uno de los puntos en los cuales algunos se apartarán de la fe. ¿Dónde encontraremos seguridad, a menos que sea en las verdades que el Señor nos ha dado durante los últimos cincuenta años? (Review and Herald, 25 de mayo, 1905).
Contienda sobre una verdad distintiva.Se acerca el tiempo en que las facultades engañosas de los agentes satánicos se desarrollarán plenamente. Por un lado está Cristo, a quien se le ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Por el otro lado está Satanás, ejerciendo continuamente su poder para seducir, para engañar con fuertes sofismas espiritistas, para quitar a Dios del lugar que debe ocupar en la mente de los hombres.
Satanás está luchando continuamente para sugerir suposiciones fantásticas con respecto al santuario, degradando las maravillosas imágenes de Dios y el ministerio de Cristo por nuestra salvación, a fin de convertirlas en algo que cuadre con la mente carnal. Quita de los corazones de los creyentes el poder director de esas imágenes divinas y lo suple con teorías fantásticas inventadas para anular las verdades de la expiación, y para destruir nuestra confianza en las doctrinas que hemos considerado sagradas desde que fuera dado por primera vez el mensaje del tercer ángel. Así quisiera él despojarnos de nuestra fe en el mismo mensaje que nos ha convertido en un pueblo separado, y que ha dado carácter y poder a nuestra obra (Special Testimonies, Serie B, No. 7, pág. 17. Año 1905).
El Evangelismo páginas. 167-168
Muchos apóstatas regresarán.Cuando realmente se desate la tormenta de la persecución sobre nosotros las verdaderas ovejas oirán la voz del verdadero pastor. Se realizarán esfuerzos abnegados para salvar a los perdidos, y muchos que se han descarriado del redil volverán de nuevo a seguir al gran Pastor. Los hijos de Dios avanzarán juntos y presentarán al enemigo una frente unido. . . El amor de Cristo, el amor de nuestros hermanos, testificará ante el mundo de que hemos estado con Jesús 503 y hemos aprendido de él. Entonces el mensaje del tercer ángel se acrecentará hasta llegar a ser un fuerte pregón, y toda la tierra será iluminada con la gloria del Señor (Testimonies, tomo 6, pág. 401. Año 1900).
Influidos por la prensa.Dios hará pronto grandes cosas por nosotros, si nos allegamos humildes y confiados a sus pies. . . Más de mil personas se convertirán en un solo día, la mayor parte de las cuales adjudicarán sus primeras convicciones a lectura de nuestras publicaciones (Review and Herald, 10 de noviembre, 1885),
Se repetirá el poder de 1844.
El poder que dominó a la gente con tanta vehemencia en el movimiento de 1844, se revelará de nuevo. El mensaje del tercer ángel avanzará, no en tono de susurro, sino con potente voz (Testimonies, tomo 5, pág. 252, Año 1885).
El fuerte clamor.
Durante el fuerte clamor, la iglesia, ayudada por las interposiciones providenciales de su exaltado Señor, difundirá el conocimiento de la salvación tan abundantemente que la luz será comunicada a toda ciudad y pueblo. La tierra será llena del conocimiento de la salvación. Tan abundantemente habrá coronado de éxito el Espíritu renovador de Dios a los agentes intensamente activos, que la luz de la verdad presente brillará por todas partes (Review and Herald, 13 de octubre, 1904).

LA RAZON DE LA DEMORA

Postergada por misericordia.-La larga noche de tinieblas es penosa, pero la mañana es postergada por misericordia, porque si el Señor viniera, muchos serían hallados desapercibidos. El deseo de Dios de que su pueblo no perezca ha sido la razón de tan larga demora (Testimonies, tomo 2, pág. 194. Año 1868).
La obra podría haber sido terminada.-Si el propósito de Dios de dar al mundo el mensaje de misericordia hubiese sido llevado a cabo por su pueblo. Cristo habría venido ya a la tierra, y los santos habrían recibido su bienvenida en la ciudad de Dios (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 72. Año 1900).
Sé que si el pueblo de Dios se hubiera mantenido en una relación viviente con él, si hubiera obedecido su Palabra, estaría hoy en la Canaán celestial (Boletín de la Asociación General, 30 de marzo, 1903)
Satanás nos ha sacado ventaja.-Si todo centinela de los muros de Sión hubiera dado a la trompeta un sonido certero, el mundo habría oído este mensaje de amonestación. Pero la obra está atrasada en años. Mientras los hombres dormíamos, Satanás nos ha sacado ventaja (Testimonies, tomo 9, pág. 29. Año 1909).
La promesa de Dios no ha fallado.-Los ángeles de Dios en sus mensajes dados los hombres representan el tiempo como algo muy corto. Así es como siempre me ha sido presentado. Es cierto que el tiempo ha sido más largo de lo que habíamos esperado en los primeros días del mensaje. Nuestro Salvador no apareció tan pronto como lo esperábamos. ¿Pero ha fallado la Palabra de Dios? ¡Nunca! Debiera recordarse que las promesas y las amenazas de Dios son igualmente condicionales.
Dios ha encomendado a su pueblo una obra que debe terminarse en la tierra. El mensaje del tercer ángel debía predicarse, las mentes de los creyentes debían dirigirse hacia el santuario celestial, donde Cristo había entrado para realizar expiación por su pueblo. Había que llevar adelante la reforma del día de reposo. La brecha abierta en la ley de Dios debía ser reparada. El mensaje debía proclamarse en alta voz para que todos los habitantes de la tierra pudieran recibir la advertencia. El pueblo de Dios debía purificar sus almas mediante la obediencia a la verdad y estar preparado para presentarse delante de él sin mancha en el momento de su venida.
Si los adventistas, después del gran chasco de 1844, se hubieran aferrado a su - fe y hubieran ido unidos en pos de la providencia de Dios que abría el camino, y si hubieran recibido el mensaje del tercer ángel y si lo hubieran proclamado al mundo con el poder del Espíritu Santo, habrían visto la salvación de Dios, el Señor hubiera obrado con poder mediante sus esfuerzos, la obra se habría terminado y Cristo habría venido para recibir a su pueblo y darle su recompensa. Pero en el período de duda e incertidumbre que siguió después del chasco, muchos de los creyentes del advenimiento perdieron su fe... En esta forma la obra fue estorbada y el mundo quedó en tinieblas. Si todo el cuerpo adventista se hubiera unido en torno de los mandamientos de Dios y de la fe de Jesús, ¡Cuán ampliamente diferente habría sido nuestra historia!
No era la voluntad de Dios que se demorara así la venida de Cristo. Dios no tenía el propósito de que su pueblo, Israel, vagara cuarenta años por el desierto. Prometió guiarlos directamente a la tierra de Canaán, y establecerlos allí como un pueblo santo, sano y feliz. Pero aquellos a quienes primero se les predicó, no entraron "a causa de incredulidad" (Heb. 3: 19). Sus corazones estaban llenos de murmuración, rebelión y odio, y Dios no pudo cumplir su pacto con ellos.
Durante cuarenta años, la incredulidad, la murmuración y la rebelión impidieron la entrada del antiguo Israel en la tierra de Canaán. Los mismos pecados han demorado la entrada del moderno Israel en la Canaán celestial. En ninguno de los dos casos faltaron las promesas de Dios. La incredulidad, la mundanalidad, la falta de consagración y las contiendas entre el profeso pueblo de Dios nos han mantenido en este mundo de pecado y tristeza tantos años" (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 78. Año 1883. Traducción revisada).
No lo culpéis a Dios.-Tal vez tengamos que permanecer aquí en este mundo muchos años más debido a la insubordinación, como les sucedió a los hijos de Israel; pero por amor de Cristo, su pueblo no debe añadir pecado sobre pecado culpando a Dios de las consecuencias de su propia conducta errónea (Carta 184, 1901).
Podemos apresurar el día.-Mediante la proclamación del Evangelio al mundo, está a nuestro alcance apresurar la venida de nuestro Señor (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 572 Año 1898).
Es privilegio de todo cristiano, no solamente esperar, sino apresurar la venida de nuestro Señor Jesucristo. Si todos los que profesan su nombre estuvieran llevando frutos para su gloria, cuán rápidamente todo el mundo sería sembrado con la simiente del Evangelio. Pronto la última cosecha sería levantada, y Cristo vendría para reunir el precioso grano (Testimonies, tomo 8, págs. 22, 23. Año 1904).
Cuando termine el mensaje.-
[La venida del Señor] no demorará más que el tiempo que tome la tarea de presentar el mensaje a toda nación, lengua y pueblo. ¿Olvidaremos nosotros, los que pretendemos ser estudiantes de las profecías, que la tolerancia de Dios para con los impíos es una parte del vasto y misericordioso plan por el cual él está tratando de lograr la salvación de las almas? (Review and Herald, 18 de junio, 1901).

PODER PARA TERMINAR LA OBRA

Por qué muchos han fracasado en la salvación de las almas.
Muchos presentan las doctrinas y teorías de nuestra fe; pero su presentación es como sal sin sabor; pues el Espíritu Santo no está trabajando por medio de su ministerio falto de fe. No han abierto el corazón para recibir la gracia de Cristo; no conocen la operación del Espíritu; son como harina sin levadura; pues no hay ningún principio activo en toda su labor, y dejan de ganar las almas para Cristo. No se apropian de la justicia de Cristo; es un manto que no ha sido usado por ellos, una plenitud desconocida, una fuente no aprovechada (Review and Herald, 29 de noviembre, 1892).
Hemos de trabajar con intensidad para impresionar a los no creyentes.-
Necesitamos mayor intensidad en la causa de Cristo. El solemne mensaje de la verdad debe ser dado con una intensidad que impresione a los no creyentes de que Dios está obrando con nuestros esfuerzos, de que el Altísimo es nuestra fuente viva de fortaleza (Signs of the Times, 9 de diciembre, 1886).
Cuando coloquemos nuestros corazones en unidad con Cristo, y pongamos nuestra vida en armonía con su obra, el Espíritu que descendió sobre los discípulos en el día de Pentecostés descenderá sobre nosotros (Review and Herald, 30 de junio, 1903).
El Evangelismo páginas 503-507.
El mensaje de Apocalipsis capítulo diez
El mensaje de Apocalipsis 14 que proclama que la hora del juicio ha llegado, es dado en el tiempo del fin; y al ángel de Apocalipsis 10 se lo representa con un pie en el mar y el otro sobre la tierra para demostrar que el mensaje se llevará a países distantes; se cruzará el océano y las islas del mar escucharán la proclamación del último mensaje de amonestación dado a nuestro mundo.
"Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó los cielos y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más" (Apoc. 10: 5, 6).
Este mensaje anuncia el fin de los períodos proféticos. El chasco de los que esperaban ver al Señor en 1844 fue muy amargo para los que habían aguardado tan ardientemente su aparición. Dios permitió que ocurriera este chasco, y que los corazones se manifestaran.
No ha habido ni una sola nube que ha caído sobre la iglesia para la cual Dios no haya hecho provisión; no se ha levantado ni una sola fuerza opositora para contrarrestar la obra de Dios que él no haya previsto. Todo ha ocurrido como lo predijo por medio de sus profetas. No ha dejado a su iglesia en tinieblas y olvidada, sino que ha mostrado mediante declaraciones proféticas lo que ocurriría, y obrando por medio de su providencia en el lugar designado de la historia del mundo, ha dado lugar a aquello que el Espíritu Santo reveló a sus profetas para que lo predijeran. Todos sus propósitos se cumplirán y se establecerán. Su ley está unida con su trono, y los instrumentos satánicos combinados con los instrumentos humanos no pueden destruirla. La verdad es inspirada y está protegida por Dios; perdurará y tendrá buen éxito, aunque algunas veces aparezca oscurecida. El Evangelio de Cristo es la ley ejemplificada en el carácter Los engaños practicados contra ella, toda invención destinada a vindicar la falsedad, y todo error forjado por los instrumentos satánicos, llegarán a ser desbaratados para siempre, y el triunfo de la verdad será como la apariencia del sol en el mediodía. El Sol de Justicia brillará con poder sanador en sus rayos, y toda la tierra estará llena con su gloria.
La certidumbre de la profecía
Se ha cumplido todo lo que Dios ha especificado en la historia profética, y se cumplirá todo lo que aún deba cumplirse. Daniel, el profeta de Dios, permanece firme en su lugar. Juan también lo está. En el Apocalipsis, el León de la tribu de Judá ha abierto el libro de Daniel a los estudiosos de la profecía, y así es como Daniel permanece firme en su sitio. Da su testimonio, el cual le fue revelado por Dios por medio de visiones de los grandes y solemnes acontecimientos que debemos reconocer en este momento cuando estamos en el mismo umbral de su cumplimiento.
Mediante la historia y la profecía, la Palabra de Dios describe el prolongado conflicto entre la verdad y el error. Ese conflicto sigue en desarrollo. Las cosas que han acontecido volverán a repetirse. Revivirán antiguas controversias. y continuamente surgirán teorías nuevas. Pero el pueblo de Dios, el cual mediante sus creencias y su cumplimiento de la profecía ha desempeñado una parte en la proclamación de los mensajes del primero, del segundo y del tercer ángel, sabe dónde se encuentra. Tiene una experiencia que es más preciosa que el oro refinado. Debe permanecer firme como una roca, aferrándose al comienzo de su confianza hasta el fin.
Un poder transformador acompañó a la proclamación de los mensajes del primer ángel y del segundo, e igualmente acompaña el mensaje del tercer ángel. Esto impresionó las mentes humanas con convicciones verdaderas. El poder del Espíritu Santo se manifestó. Hubo estudio diligente y detallado de las Sagradas Escrituras. Se dedicaron noches casi íntegras a una investigación fervorosa de la Palabra. Buscamos la verdad como si hubiéramos buscado tesoros escondidos. El Señor se reveló a nosotros. Se derramó luz sobre las profecías, y supimos que habíamos recibido instrucción divina...
Después del gran chasco, hubo pocas personas que se dedicaron de todo corazón a la investigación de la Palabra. Pero algunos no se desanimaron ni negaron que el Señor los había guiado. A éstos la verdad les fue revelada punto por punto, y se entrelazó con sus recuerdos y sentimientos más aprecia dos. Los buscadores de la verdad sentían que la identificación de Cristo con su naturaleza y sus intereses era completa. Se hizo brillar la verdad hermosa en su sencillez, honrada con poder e investida con una seguridad desconocida antes del chasco. Entonces pudimos proclamar el mensaje en unidad.
Pero hubo gran confusión entre los que no se habían aferrado a su fe y a su experiencia. Se presentaron todas las opiniones concebibles como mensaje de verdad; pero la voz del Señor dijo: "No les creáis; porque no los he enviado".
Anduvimos cuidadosamente con Dios. Había que dar el mensaje al mundo, y sabíamos que esta verdad presente era un don especial de Dios. La facultad de impartir ese don constituía una prerrogativa de Dios. Sus hijos chasqueados, los que todavía buscaban la verdad, fueron conducidos paso a paso para que comunicasen al mundo lo que les había sido revelado. Había que repetir las declaraciones proféticas, y había que dar a conocer la verdad esencial para la salvación. Al comienzo la obra avanzó con dificultad. Con frecuencia los que escuchaban rechazaban el mensaje como algo ininteligible, y así comenzó el conflicto y se definió especialmente en torno a la cuestión del sábado. Pero el Señor manifestó su presencia. En ciertas ocasiones se descorría el velo que ocultaba su gloria de nuestros ojos. Entonces podíamos contemplarlo en el lugar elevado y santo.
El Señor no inducirá ahora a las mentes a que pongan de lado la verdad que el Espíritu Santo indujo a sus siervos a proclamar en el pasado.
Muchos investigarán sinceramente la Palabra en busca de luz, tal como lo hicieron otros en el pasado; y verán la luz en la Palabra. Pero no pueden tener la misma experiencia que aquellos que vivieron cuando estos mensajes de amonestación fueron proclamados por primera vez. Como no tuvieron esta experiencia, algunos no aprecian el valor de las verdades que han sido para nosotros como postes indicadores, y que han hecho de nosotros un pueblo peculiar. No aplican correctamente las Escrituras, y en consecuencia inventan teorías que no son correctas. Es cierto que citan abundantemente la Escritura y enseñan mucho que es verdad; pero la verdad está tan mezclada con el error que lleva a conclusiones equivocadas. Y sin embargo, debido a que pueden tejer la Escritura con sus teorías, piensan que cuentan con una firme cadena de verdad. Muchas personas que no han tenido participación en el comienzo de los mensajes, aceptan esas teorías erróneas y son llevadas por senderos falsos, y así retroceden en lugar de progresar. Tal es el propósito del enemigo.
La amenaza de la Escritura mal aplicada
Satanás está trabajando para que se repita la historia de la nación judía en la experiencia de quienes pretenden creer la verdad presente. Los judíos tenían el Antiguo Testamento, y se creían expertos conocedores de él. Pero cometieron un terrible error. Consideraron que las profecías que se refieren a la gloriosa segunda venida de Cristo en las nubes de los cielos aludían a su primera venida. Como no vino de acuerdo con lo que ellos esperaban, se alejaron de él. Satanás conocía la mejor forma de atrapar en sus redes a estos hombres, y de engañarlos y destruirlos...
Ese mismo Satanás trabaja actualmente para debilitar la fe del pueblo de Dios. Hay personas que están listas para apoderarse de cada idea novedosa. Las profecías de Daniel y Apocalipsis son mal interpretadas. Estas personas no consideran que la verdad ha sido establecida en el momento preciso por los mismos hombres a quienes Dios guiaba para que llevaran a cabo esta obra especial. Estos hombres siguieron paso a paso el cumplimiento de las profecías, de modo que los que no han tenido una experiencia personal en esta obra deben aceptar la Palabra de Dios y creer "en la Palabra de ellos", de los que han sido conducidos por el Señor en la proclamación de los mensajes del primero, del segundo y del tercer ángel. Estos mensajes, cuando se los recibe y se obra de acuerdo con ellos, llevan a cabo su obra de preparar a un pueblo que permanezca en pie en el gran día de Dios. Si investigamos las Escrituras para confirmar la verdad que Dios ha dado a sus siervos para el mundo. llegaremos a proclamar los mensajes del primero, del segundo y del tercer ángel.
Es cierto que hay profecías que aún deben cumplirse. Pero repetidamente se ha llevado a cabo una obra errónea, y ésta continuará efectuándose por aquellos que procuran encontrar una nueva luz en las profecías, y que comienzan a apartarse de la luz que Dios ya ha dado. Los mensajes de Apocalipsis son los que servirán para probar al mundo; constituyen el Evangelio eterno, y deben hacerse resonar por todas partes. Pero el Señor no pone sobre aquellos que no han tenido experiencia en su obra la responsabilidad de realizar una nueva exposición de las profecías que él, mediante el Espíritu Santo, ha revelado a sus siervos escogidos para que las expliquen.
Según las instrucciones que Dios me ha dado, ésta es la obra que Ud., Hno. F, ha estado tratando de hacer. Algunos han recibido favorablemente sus conceptos; pero esto se debe a que esas personas carecen de discernimiento para comprender el verdadero alcance de los argumentos que Ud. presenta. Han tenido solamente una experiencia limitada en la obra de Dios para este tiempo, y no alcanzan a ver hacia dónde los conducirán sus puntos de vista, y ni Ud. mismo puede ver adónde llevarán. Están listos para aprobar sus declaraciones; no ven nada en ellas a no ser lo que es correcto. Pero son engañados, porque Ud. ha entretejido muchos pasajes bíblicos con sus propias teorías. Sus argumentos parecen concluyentes para ellos.
Pero no ocurre lo mismo con los que han tenido un conocimiento experimental de la verdad que se aplica al último período de la historia de este mundo. Si bien éstos ven que Ud. afirma algunas preciosas verdades, también ven que Ud. ha aplicado mal la Biblia, y ha colocado sus pasajes en un marco de error al que no pertenecen, y con esto le ha hecho dar fuerza a aquello que no es la verdad presente. No se regocije porque algunos han aceptado lo que Ud. ha escrito. Es muy penoso para sus hermanos, que confían en Ud. como en un cristiano y lo aman como tal, hacerle saber que la red argumentativa que Ud. ha considerado de tanta importancia, no constituye la teoría de la verdad que Dios ha dado a su pueblo a fin de que la proclamen para este tiempo.
Según la instrucción que Dios me ha dado, los pasajes bíblicos que Ud. ha entretejido, ni Ud. mismo los comprende plenamente. Si los comprendiera, alcanzaría a ver que sus teorías derriban los mismos fundamentos de nuestra fe. Hermano mío, he recibido muchos testimonios para corregir a los que habían comenzado a recorrer el mismo camino por el que Ud. va ahora. Esas personas estaban seguras de ser guiadas por Dios, y acudieron con sus diferentes teorías a los diferentes ministros que predicaban la verdad. Dije a esos pastores: "El Señor no está en esto; no os dejéis engañar ni carguéis la responsabilidad de engañar a otros". En una reunión de reavivamiento tuve que hablar claramente con respecto a los que en esta forma alejaban a otros de las sendas correctas. He dado este mensaje mediante la pluma y la palabra: "No vayáis en pos de ellos".
El caso de un hombre que estaba por morir
La tarea más difícil que he tenido que realizar en relación con el tema que nos ocupa, fue el trato con una persona que yo sabía que deseaba seguir al Señor. Durante un tiempo pensó que recibía nueva luz. Estaba gravemente enfermo, y no le quedaba mucho tiempo de vida. ¡Cómo deseaba mi corazón que él no hiciera necesario que yo le dijese lo que estaba haciendo! Aquellos a quienes presentaba sus puntos de vista lo escuchaban ansiosamente, y algunos pensaban que estaba inspirado. Había preparado un diagrama y utilizaba las Escrituras en sus razonamientos para demostrar que el Señor vendría en una fecha determinada, creo que en 1894. Muchas personas consideraban que sus conceptos no tenían ni una falla. Hablaban de sus poderosas exhortaciones presentadas desde su lecho de enfermo. Contempló visiones maravillosas. ¿Pero cuál era la fuente de su inspiración? Era la morfina que le administraban para aliviar sus dolores.
En nuestra reunión de reavivamiento celebrada en Lansing, Míchigan, justamente antes de ir a Australia, tuve que hablar claramente con respecto a esta nueva luz. Dije a los hermanos que las palabras que habían oído no eran la verdad de la inspiración. La luz maravillosa que presentaba tal despliegue de verdades, era el resultado de una aplicación equivocada de las Escrituras. La obra del Señor no terminaría en 1894. El Señor me dijo: "Esto no es la verdad, sino algo que conducirá por caminos extraviados, y algunos se confundirán con esta nueva presentación y abandonarán la fe"...
Ningún mensaje auténtico establece una fecha
Ninguna persona que fije una fecha para la venida de Cristo tiene un mensaje verdadero. Podéis tener la seguridad de que Dios no da a nadie autoridad para decir que Cristo demora su venida cinco, diez o veinte años. "Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis" (Mat. 24: 44). Este es nuestro mensaje, el mismo mensaje que están proclamando los tres ángeles que volaban por en medio del cielo. La obra que debe realizarse ahora consiste en proclamar el mensaje final de misericordia a un mundo caído. Una nueva vida está viniendo del cielo y posesionándose de todo el pueblo de Dios. Pero en la iglesia ocurrirán divisiones. Se formarán dos grupos. El trigo y la cizaña crecerán juntos hasta el momento de la cosecha.
La obra se intensificará y se tornará más activa hasta el mismo fin del tiempo. Y todos los que trabajan junto con Dios contenderán fervorosamente por la fe que una vez fue dada a los santos. No se apartarán del mensaje para este tiempo, que ya está iluminando la tierra con su gloria. Fuera de la gloria de Dios, no vale la pena luchar por ninguna otra cosa. La única roca que permanecerá es la Roca de la Eternidad. La verdad enseñada por Jesús constituye el único refugio en estos días cuando predomina el error...

MENSAJES PARA NUESTRA ÉPOCA

La profecía se ha estado cumpliendo puntualmente. Cuanto más nos afirmemos bajo el estandarte del mensaje del tercer ángel, tanto más claramente comprenderemos la profecía de Daniel; porque el Apocalipsis constituye el suplemento de Daniel. Cuanto más plenamente aceptemos la luz presentada por el Espíritu Santo por medio de los siervos consagrados de Dios, tanto más profundas y seguras ­tanto como el trono eterno­ parecerán las verdades de las profecías antiguas; tendremos la seguridad de que los hombres de Dios hablaron inspirados por el Espíritu Santo. Los hombres deben estar sometidos a la influencia del Espíritu Santo a fin de comprender las declaraciones que el Espíritu realizó mediante los profetas. Estos mensajes fueron dados, no para los que formulaban las profecías, sino para nosotros, que vivimos en medio de los acontecimientos que constituyen su cumplimiento.
Siento que no podría presentar estas cosas si el Señor no me hubiera ordenado que realizara esta tarea. Hay otros, además de Ud., y más de uno o dos, quienes piensan tal como Ud., que tienen una nueva luz, y están listos para presentarla al pueblo. Pero a Dios le agradaría que ellos aceptasen la luz que ya ha sido dada, que anduviesen en ella y que basasen su fe en las Escrituras, que han servido de fundamento a las posiciones sostenidas por el pueblo de Dios durante muchos años. El Evangelio eterno debe ser proclamado por los instrumentos humanos. Debemos hacer resonar los mensajes de los ángeles a quienes se presenta volando por en medio del cielo y llevando las últimas amonestaciones para un mundo caído. Si no se nos llama a profetizar, se nos invita a creer en las profecías, y a colaborar con Dios en la tarea de llevar la luz a otras mentes. Estamos procurando cumplir con esto.
Hermano, Ud. puede ayudarnos de muchas maneras. Pero el Señor me ha encargado decirle que Ud. no debe estar concentrado en sí mismo. Tenga cuidado con la forma en que escucha, comprende y asimila la Palabra de Dios. El Señor lo bendecirá si Ud. trata correctamente con sus hermanos. Aquellos a quienes él envió a proclamar el mensaje del tercer ángel, han estado trabajando al unísono con los seres celestiales. El Señor no ha puesto sobre Ud. la tarea de proclamar un mensaje que producirá discordia en las filas de los creyentes. Repito que él no está guiando a nadie con su Espíritu Santo para que forje una teoría que desbaratará la fe en los mensajes solemnes que él ha dado a su pueblo para que los proclame al mundo.
Le aconsejo que no considere sus escritos como una verdad preciosa. No es aconsejable que Ud. perpetúe por medio de la imprenta aquello que le ha costado tanta ansiedad. No es la voluntad de Dios que este asunto sea presentado a su pueblo, porque estorbará precisamente el mensaje de verdad que debe creer y practicar en estos peligrosos días finales...
Continuamente se esgrimirán teorías para apartar la mente y desarraigar la fe. Los que participaron en el desarrollo de las profecías, han llegado a ser lo que son actualmente, adventistas del séptimo día, mediante esas profecías. Deben permanecer firmes, con sus lomos ceñidos con la verdad, y revestidos con toda la armadura. Los que no han tenido esta experiencia, tienen el privilegio de retener con la misma confianza el mensaje de la verdad. La verdad que Dios se ha complacido en dar a su pueblo no debilitará su confianza en la senda por la que él los ha conducido en el pasado, sino que los fortalecerá para permanecer firmes en la fe. Debemos mantener firme hasta el fin aquello que constituyó el comienzo de nuestra confianza.
"Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apoc. 14: 12). Aquí estamos, bajo el mensaje del tercer ángel. "Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites. Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades" (Apoc. 18: 1 - 5).
Mensajes Selectos Tomo 2. Páginas 124 –133.
Ánimo para el pastor Morse
Mientras visitaba el hogar del pastor Washington Morse, me sentí muy enferma. Se ofreció oración en mi favor, y el Espíritu de Dios descansó sobre mí. Fui arrebatada en visión, y se me mostraron algunas cosas concernientes al caso del pastor Morse en relación con el chasco de 1844.
El pastor Morse había sido firme y consecuente en la creencia de que el Señor vendría en ese tiempo; pero cuando pasó el período sin que ocurriera el acontecimiento esperado, estaba perplejo y no podía explicar la demora. Aunque estaba amargamente decepcionado, a diferencia de lo que hicieron algunos, no renuncio a su fe, para llamarla una ilusión fanática; pero se sentía anonadado, y no podía entender la posición del pueblo de Dios en el tiempo profético. Había sido tan ferviente en declarar que la venida del Señor estaba cerca, que cuando el tiempo pasó, se sintió abatido, y no hizo nada para animar a los del pueblo chasqueado, que eran como ovejas sin pastor, abandonados para ser devorados por los lobos.
Nos fue presentado el caso de Jonás. El pastor Morse estaba en una condición similar a la del chasqueado profeta. El había proclamado que el Señor vendría en 1844. El tiempo había transcurrido. El freno del temor, que parcialmente había dominado al pueblo, fue quitado, y la gente se complacía en mofarse de los que habían esperado en vano a Jesús. El pastor Morse sentía que era objeto de burla entre sus vecinos, que lo hacían víctima de las bromas, y no podía reconciliarse con su posición. No pensó en la misericordia de Dios, a quien concedía al mundo un tiempo más largo a fin de que se preparase para su venida, ni pensó que la advertencia del juicio sería escuchado en forma más amplia, y que el pueblo recibiría como prueba una mayor luz. Únicamente pensó en la humillación de los siervos de Dios.
En lugar de sentirse desanimado por este chasco, como lo estaba Jonás, el pastor Morse debía haber hecho a un lado su dolor egoísta, y recogido los rayos de luz preciosa que Dios había dado a su pueblo. Debería haberse regocijado de que al mundo se le concediera más tiempo; y debería haber estado listo para ayudar a llevar adelante la gran obra que aún había de hacerse en la tierra, y traer a los pecadores al arrepentimiento y la salvación.
Notas biográficas de Elena G. De White. Páginas 85-87
Si no os sentís alegres y gozosos, no habléis de vuestros sentimientos. No echéis sombras sobre las vidas ajenas. Una religión fría y sin sol nunca atraerá almas a Cristo. Las ahuyenta de él, induciéndolas a acercarse a las redes que Satanás tendió para los pies de los que se extravían. En vez de pensar en vuestro desaliento, pensad en el poder que podéis pedir en el nombre de Cristo. Que vuestra imaginación se aferre a las cosas invisibles. Que vuestros pensamientos se dirijan a las evidencias del gran amor de Dios hacia vosotros. La fe puede soportar la prueba, resistir la tentación, levantarse después del chasco. Jesús vive como abogado nuestro. Es nuestro todo lo que su mediación consigue.
¿No pensáis que Cristo aprecia a aquellos que viven enteramente por él? ¿No pensáis que él visita a los que, como el amado Juan en el destierro, se hallan por su causa en situaciones tristes y penosas? Dios no dejará solo a ninguno de sus obreros fieles, para luchar contra grandes dificultades y quedar vencido. El guarda como joya preciosa a todo aquel cuya vida está escondida con Cristo en él. De cada uno de los tales dice: "Ponerte he como anillo de sellar: porque yo te escogí.
Obreros Evangélicos pág.493.

17/01/2010

EL PODER DE LA PALABRA (I)

"Porque como desciende de los cielos la lluvia, y la nieve, y no vuelve allá, sino que harta la tierra, y la hace germinar y producir, y da simiente al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, antes hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié".
La tierra puede dar vegetación sólo si recibe humedad de la lluvia y la nieve. Sin ellas, todo se secaría y moriría. Tal ocurre con la vida del hombre y la palabra de Dios. Sin la palabra de Dios, la vida del hombre es tan estéril en cuanto al poder y al bien, como lo es la tierra allí donde no llueve. Pero permítase solamente que la palabra de Dios caiga sobre el corazón, como las lluvias lo hacen sobre la tierra; entonces la vida vendrá a ser fresca y embellecida con el gozo y la paz del Señor, y cargada de los frutos de justicia que proceden de Jesucristo.
Observa, no obstante, que no eres tú quien "hará lo que Yo quiero" (la voluntad de Dios); sino que es la palabra quien lo debe hacer. No se trata de que leas u oigas la palabra de Dios, y digas, ‘yo tengo que hacerlo’, o ‘yo lo haré’. Debes abrir tu corazón a esa palabra, a fin de que ella cumpla en ti la voluntad de Dios. No eres tú quien debe hacerlo, sino ella. La palabra de Dios misma es quien lo hará, y tú se lo has de permitir. "La palabra de Cristo habite en vosotros en abundancia".
En otro lugar se expresa así: "Cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la aceptasteis, no como palabra de hombres, sino según es en realidad, la palabra de Dios, que obra en vosotros los que creéis". De forma que es la palabra de Dios la que debe obrar en ti. No eres tú quien debe obrar para cumplir la palabra de Dios, sino que la palabra de Dios debe obrar en ti para hacer que tú la cumplas. "Por eso me afano, luchando con la fuerza de Cristo que actúa poderosamente en mí".
Siendo que la palabra de Dios es viviente y llena de poder, cuando se le permite obrar en la vida de alguien, actuará poderosamente. Puesto que se trata de la palabra de Dios, el poder del que está llena, no es otro que el poder de Dios; y al permitírsele actuar en la vida, se manifestará en ella la obra de Dios. Actuará poderosamente. Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad. La palabra "hará lo que Yo quiero". Permíteselo.
A partir de lo dicho por las Escrituras, se deduce que debemos considerar siempre a la palabra de Dios como llevando en ella misma su cumplimiento. Esa es la gran verdad presentada por doquiera, en la Biblia. Es la gran diferencia entre la palabra de Dios y la del hombre. Es la diferencia destacada en el pasaje que dice, "Cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la aceptasteis, no como palabra de hombres, sino según es en realidad, la palabra de Dios, que obra en vosotros los que creéis".
En la palabra del hombre no hay poder para cumplir lo que dice. No importa cuál sea la habilidad del hombre para llevar a cabo lo que dice, no hay ningún poder en su misma palabra, que cumpla lo que dice. La palabra de un hombre puede expresar la realización de algo muy fácil para él, y podemos estar muy convencidos de que lo hará. No obstante, su cumplimiento depende absolutamente del hombre mismo, aparte de su palabra. No es su palabra la que obra, sino que él mismo debe hacerlo; por lo tanto, es exactamente igual que si jamás hubiese pronunciado palabra alguna. Así es la palabra del hombre.
No sucede lo mismo con la palabra de Dios. Cuando Dios pronuncia la palabra, en el mismo momento, hay en esa palabra el poder viviente para cumplir lo que esa palabra expresa. No hay la más mínima necesidad de que Dios emplee cualquier otro medio que no sea la palabra misma, para cumplir lo pronunciado. La Biblia está llena de ilustraciones al propósito, y quedaron escritas para instruirnos sobre el particular: para que consideremos la Palabra como palabra de Dios, y no como palabra del hombre; y para que la podamos recibir como lo que es en realidad, la palabra de Dios, a fin de que ella pueda obrar poderosamente en nosotros la buena voluntad de Dios.
"Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el espíritu de su boca… porque Él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió". "Por la fe entendemos que los mundos fueron formados por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve, fue hecho de lo que no se veía". En el principio, no existían para nada los mundos. Es más, ni siquiera existía la materia de la que están compuestos: No había nada. Entonces, Dios habló, y todos los mundos vinieron a existir, cada uno en su lugar. ¿De dónde vinieron, pues, los mundos? Antes de hablar, no había ninguno. Cuando habló, helos ahí. ¿De dónde vinieron? ¿Qué los produjo? ¿Qué fue lo que produjo el material del que están hechos? ¿Qué los trajo a la existencia? Fue la palabra pronunciada la que creó todo. Y lo hizo porque era la palabra de Dios. Había en esa palabra la divinidad de vida y espíritu, el poder creador para hacer todo lo que la palabra decía. Así es la palabra de Dios.
"Esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada". En la Biblia, la palabra de Dios es la misma, la misma en vida, en espíritu, en poder creador, que aquella que hizo los cielos y todo el ejército de ellos. Fue Jesucristo quien pronunció la palabra en la creación; es Él quien pronuncia la palabra en la Biblia. En el principio, la palabra que pronunció, creó los mundos; en la Biblia, la palabra que pronuncia salva y santifica el alma. En el principio, su palabra creó los cielos y la tierra; en la Biblia, su palabra crea en Cristo Jesús al hombre que recibe esa palabra. En ambos casos, y en toda la obra de Dios, es la palabra la que lo efectúa.
Permite que la palabra de Cristo more en ti abundantemente. Recíbela, no como palabra de hombre, sino como es en verdad, la palabra de Dios, que obra poderosamente en ti. Entonces, "como desciende de los cielos la lluvia, y la nieve, y no vuelve allá, sino que harta la tierra, y la hace germinar y producir, y da simiente al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, antes hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié". "A vosotros es enviada la palabra de esta salud". "Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia; que es poderosa para sobreedificaros, y daros herencia con todos los santificados".
Review and Herald, 20 octubre 1896

EL PODER DE LA PALABRA (II)

Hemos visto que el poder inherente a la palabra de Dios es suficiente, mediante la simple pronunciación ésta, para crear los mundos. Al ser dicha hoy al hombre, es también suficiente para crear de nuevo, en Cristo Jesús, a todo el que la reciba.
En el capítulo ocho de Mateo hallamos el relato de un centurión que vino a Jesús, rogándole así: "Señor, mi mozo yace en casa paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: yo iré y le sanaré. Y respondió el centurión, y dijo: Señor, no soy digno de que entres debajo de mi techado; mas solamente di la palabra, y mi mozo sanará… Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste te sea hecho. Y su mozo fue sano en el mismo momento".
Ahora ¿qué fue lo que el centurión esperó que curase a su siervo? "Solamente… la palabra", que Jesús pronunciaría. Y después que se hubo dicho la palabra, ¿de qué debió depender el centurión, y en qué debió esperar, para el poder sanador? Solamente… la palabra. No esperó que el Señor lo efectuase de alguna otra manera que no fuese por su palabra. Escuchó la palabra, "Ve, y como creíste te sea hecho". La aceptó verdaderamente como palabra de Dios y esperó y dependió de ella, para el cumplimiento de lo que había dicho. Y así resultó. Tal es hoy la palabra de Dios, tan ciertamente como lo fue en el día en que se pronunció originalmente. No ha perdido un ápice de su poder, ya que esa palabra de Dios "vive y permanece para siempre".
En Juan 4:46-52 se nos relata cómo cierto noble, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaum, vino a Jesús en Caná de Galilea, "y rogábale que descendiese, y sanase a su hijo, porque se comenzaba a morir. Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y milagros, no creeréis. El del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. Dícele Jesús: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó a la palabra que Jesús le dijo, y se fue. Y cuando ya él descendía, los siervos le salieron a recibir, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. Entonces él les preguntó a qué hora comenzó a estar mejor. Y dijéronle: Ayer a las siete le dejó la fiebre. El padre entonces entendió que aquella hora era cuando Jesús le dijo: Tu hijo vive".
Ese es el poder de la palabra de Dios para aquel que la recibe como lo que es en verdad: palabra de Dios. Ese es el poder "que obra en vosotros los que creéis". Esa es la manera en la que la palabra de Dios cumple su designio en quienes la reciben, y le permiten morar en ellos. Obsérvese que en ambos casos el hecho se produjo en el mismo momento de pronunciarse la palabra. Véase también que ninguno de los dos enfermos estaba en la presencia inmediata de Jesús, sino a considerable distancia –el último, al menos a un día de camino del lugar en el que Jesús habló al noble. Sin embargo, se curó instantáneamente al ser pronunciada la palabra. Y esa palabra está viva y llena de poder hoy, tan ciertamente como entonces, para todo el que la recibe de la forma en que fue recibida en aquella ocasión. La fe consiste en aceptar esa palabra como palabra de Dios, y en depender de ella para que realice lo que dice. Cuando el centurión dijo, "solamente di la palabra, y mi mozo sanará", Jesús dijo a los que estaban alrededor, "De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado fe tanta". Ojalá pueda hallar hoy, por todo Israel, esa "fe tanta".
Jesús nos dice a cada uno de nosotros, "vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado". Esa purificación, o lavacro, tiene lugar por la palabra. El Señor no se propone limpiarte de ninguna otra manera que no sea por su palabra que él mismo ha pronunciado. Solamente de ella debes esperar el poder que purifica, recibiéndola verdaderamente como la palabra de Dios que actúa poderosamente en ti, y cumplirá el designio de ella. No es el propósito de Dios hacerte puro de otra forma que no sea por el poder de sus puras palabras morando en ti.
Un enfermo de lepra dijo a Jesús, "¡Señor, si tú quieres, puedes limpiarme!". Jesús le respondió: " ‘¡Así lo quiero! ¡Sé limpio!’ Y al instante quedó limpio de su lepra". ¿Estás clamando a causa de la lepra del pecado? ¿Le has dicho, o le dirás ahora, "Señor, si tú quieres, puedes limpiarme"? Él te responde: ‘¡Así lo quiero! ¡Sé limpio!’. Y al instante quedas limpio, tan ciertamente como sucedió con aquel otro enfermo de lepra. Cree la palabra, y alaba a Dios por su poder sanador. No apliques tu fe a creer lo que le sucedió a aquel leproso, sino cree en lo que respecta a ti, aquí, ahora. Inmediatamente. Para ti es la palabra: "¡Sé limpio!". Acéptala, como hicieron aquellos en lo antiguo, obrando inmediatamente en ti la buena voluntad del Padre.
Que todos los que invocan el nombre de Cristo reciban esa palabra hoy, como palabra de Dios que es, dependiendo de ella para el cumplimiento de lo que dice. Entonces, será ahora realidad, para gloria de Dios, que "así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla limpiándola en el lavacro del agua por la palabra, para presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha".
Review and Herald, 27 octubre 1896

14/01/2010

Daniel 8 EL SANTUARIO PURIFICADO

Un Tiempo de Juicio.El punto focal del estudio de esta noche es Daniel 8. Este capítulo comienza con palabras de alto valor significativo. Comienza así: “En el año tercero del reinado del rey Belsasar me apareció una visión a mí, Daniel, después de aquella que me había aparecido antes”. Aquí en el primer versículo, Daniel señala que ésta es una ampliación del capítulo 7. Como se puede ver, este capítulo es la clave para entender no sólo las profecías de Daniel 7, sino todas las profecías de Daniel. Una cosa debe tenerse en cuenta. Las profecías de Daniel pueden ser entendidas en su plenitud, solamente cuando se comparan entre sí. Al estudiar el primer versículo, se ha notado que éste une el capítulo ocho con el siete. Los capítulos 7, 8 y 9 están interrrelacionados entre sí. Las visiones de los anteriores están explicadas, ampliadas y magnificadas en los posteriores. En Daniel 7, estudiamos el levantamiento y caída de los imperios. Estudiamos también el cuerno pequeño, que es un poder religioso que pervierte la verdad y oprime al pueblo de Dios. Después se nos muestra la escena de un juicio, donde el dominio y el poder se les da a los santos del Altísimo.
En Daniel 7, hay ocho grandes épocas. Babilonia, Medo-Persia, Grecia, Roma pagana, la división del imperio romano, el levantamiento del cuerno pequeño, la apertura del tiempo del juicio y la segunda venida de Cristo.
El capítulo 8 se enfoca en una de estas mayores épocas. Al principio, repasa el levantamiento y caída de los imperios, pero después se concentra específicamente en un periodo de tiempo conocido como “el juicio”. Ver Daniel 8:3-5:
“Alcé los ojos y miré, y he aquí un carnero que estaba delante del río, y tenía dos cuernos; y aunque los cuernos eran altos, uno era más alto que el otro; y el más alto creció después. Vi que el carnero haría con los cuernos al poniente, al norte y al sur, y que ninguna bestia podía parar delante de él, ni había quien escapase de su poder; y hacía conforme a su voluntad, y se engrandecía. Mientras yo consideraba esto, he aquí un macho cabrío que venía del lado del poniente sobre la faz de toda la tierra, sin tocar la tierra; y aquel macho cabrío tenía un cuerno notable entre sus ojos”.
¿A quién representa este carnero? ¿A quién representa el macho cabrío? Como ya hemos visto en Daniel 7, la Biblia usa animales para describir las naciones. ¿Podemos realmente estar seguros de lo que representa el carnero y el macho cabrío? La Biblia no deja ni una pregunta sin contestar. En lecciones anteriores hemos aprendido que hay tres métodos básicos para entender las profecías. Primero, leerla; eso ya lo hemos hecho. Hemos visto una batalla entre un carnero y un macho cabrío. Segundo, descubrir la interpretación bíblica de esa profecía. Tercero, encontrar el cumplimiento histórico de la profecía.
A través de la Escritura, una bestia representa una nación, un imperio o un reino. Y la mejor explicación, de que esta bestia es un reino, la encontramos en Daniel 8:20-21:
“En cuanto al carnero que viste que tenía dos cuernos, estos son los reyes de Media y de Persia. El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el rey primero”.
De acuerdo a la Biblia, ¿a quién representa el carnero? Es correcto, representa a Media y a Persia. Usted sabe esto porque yo se lo dije. ¿Es cierto? No. Eso no es cierto. Usted sabe esto, porque usted ha leído que la Biblia lo dice. La Escritura claramente dice: “El carnero que viste que tenía dos cuernos, estos son los reyes de Media y de Persia”. De paso, en la descripción de los dos cuernos, dice que el más alto fue posterior al primero. Los medos y los persas reinaron unidos por un tiempo. Pero uno de ellos se hizo más poderoso. Esto lo vemos cuando los persas tuvieron la supremacía sobre los medos. Este suceso lo hemos visto representado en Daniel 7, mediante el oso que se paraba sobre sus dos pies, pero se levantaba más de un lado. En Daniel 8, esto es representado mediante la figura de un carnero con dos cuernos, pero el más alto es posterior al primero. En conclusión, el macho cabrío representa el reino de Grecia, y el gran cuerno entre sus ojos, representa a su primer rey, Alejandro el Grande.
Armonia en las Profecías.
Note como la profecía bíblica se ajusta en una forma maravillosa. En Daniel 2, hay cuatro metales: oro, plata, bronce y hierro, luego viene la mezcla de hierro y barro cocido de los pies de la imagen. El imperio de oro de Babilonia, fue seguido por el imperio de plata que es Medo-Persia. Después viene Grecia que es simbolizado por el bronce. Y finalmente Roma, que es representado por el hierro. Todos estos reinos son seguidos por la división del imperio de Roma. Luego cuando vemos a Daniel 7, el león representa a Babilonia, el oso a Medo-Persia. Pero este oso se levanta más de un lado que del otro, mostrando que el reino de Persia sería más potente. Después viene Grecia, que es simbolizada por un leopardo con cuatro cabezas, que representan los cuatro generales de Alejandro el Grande. Posteriormente, una bestia con figura de dragón, con diez cuernos que representa a Roma. Y como corolario de todo esto, las diez divisiones representadas por los diez dedos de la imagen, que simbolizan la división del imperio romano. Y por último, el cuerno pequeño.
Teniendo en mente, que el carnero representa a Medo-Persia y el macho cabrío a Grecia, veamos a Daniel 8:7-8:
“Y lo vi que llegó junto al carnero, y se levantó contra él y lo hirió, y le quebró sus dos cuernos, y el carnero no tenía fuerzas para pararse delante de él; lo derribó, por lo tanto, en tierra, y lo pisoteó, y no hubo quien librase al carnero de su poder. Y el macho cabrío se engrandeció sobremanera; pero estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del cielo”.
El leopardo de Daniel 7 tiene cuatro cabezas. El macho cabrío tiene cuatro cuernos. Ambos están representando los generales de Alejandro el Grande. Alguien preguntaría, ¿por qué aquí se empieza con Medo-Persia y no con Babilonia? La razón por la cual Babilonia no está representada en Daniel 8, es porque esta visión empieza en el tercer año del rey Belsasar, y pronto el esplendor y la gloria de Babilonia pasarían a la historia.
Antes de entrar en la discusión del cuerno pequeño, quiero que noten lo siguiente: Dios ha revelado en las profecías bíblicas la historia y el destino del mundo. No es por accidente que Daniel 2 armonice con Daniel 7, y éste con Daniel 8. Otra vez, decimos, que estas profecías se ajustan entre sí, como las partes de un rompecabeza a su patrón. Concluímos diciendo, que la Biblia no es un libro común. No es un libro ordinario. La Biblia es, sin lugar a duda, la palabra del Dios viviente. Y el cumplimiento de las profecías bíblicas es una prueba confiable, de que es la palabra de Dios.
El Levantamiento de un Poder Apóstata.
Daniel 8:9-10 dice
“Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa. Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas achó por tierra, y las pisoteó”.
En Daniel 7, observamos el levantamiento de Babilonia, Medo-Persia y Grecia. Después vimos a Roma representada por una bestia con figura de dragón con diez cuernos. Vimos también que un cuerno creció de entre los diez. Como ya hemos discutido en clases anteriores, el cuerno pequeño de Daniel 7, es un poder político-religioso que crece del remanente del imperio romano. Este es un sistema político-religioso que tiene un dirigente que pervierte la verdad de Dios. Echando por tierra las enseñanzas de las Escrituras, sustituyéndolas por enseñanzas y tradiciones humanas.
Daniel 7 representa a Roma como una bestia, y de ella sale un cuerno pequeño. Para hacer más marcado el corolario entre la Roma pagana y el cuerno pequeño, Daniel 8 simboliza al mismo imperio, y al poder político-religioso con el mismo símbolo. Por el origen de este poder, el medio en que se desarrolla, y el tiempo en que empieza a nacer, muestra que desde el mismo principio llevaría consigo principios de la Roma pagana. Observemos lo que dice Daniel 8:10-11:
“Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó. Aun se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra”.
En el versículo 10 dice que este sistema perseguiría a los fieles adoradores de Dios. Dice además, que parte de ellos los echó por tierra y los pisoteó.
Luego en el versículo 11 dice que se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos. Es decir, éste sería un poder que se adjudicaría los privilegios y las prerrogativas de Dios. Y finalmente, se exaltaría sobre Dios. Otra cosa que nos dice este versículo es: “Por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra. ¿Cuál es el significado de esta expresión? En hebreo, la palabra continuo es Tamid. Al estudiar el sistema de adoración del Antiguo Testamento, encontraremos que el centro de adoración giraba sobre el continuo, o servicio continuo del santuario. Si un hombre pecaba, era necesario que trajera una ofrenda al santuario. Este sacrificio no podía hacer expiación por su pecado, sino más bien, señalaba hacia el Mesías que habría de venir. Todo el sistema ceremonial del continuo, dirigía la fe del creyente hacia el Cristo que habría de venir. Pero, Daniel 8 predice un poder que se opondría y reclamaría ser Dios. Aun siguiendo un sistema de adoración terrenal y sustituyendo lo religioso, lo interno por prácticas externas. Hablando de este poder la Biblia expresa lo siguiente en Daniel 8:12:
“Y a causa de la prevaricación le fue entregado el ejército junto con el continuo sacrificio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó”.
La verdad acerca de dónde está Jesús, cuál es su obra y qué está haciendo, sería sustituído por un sistema de actividades religiosas terrenales. La tradición sustituiría la Escritura. La verdad de Dios y la realidad del ministerio de Cristo en el santuario celestial, serían sustituídas por sistemas de adoración terrenal.
¿Cuánto Tiempo Durará?
Daniel 8:13 dice:
“Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando al santuario y el ejército para ser pisoteados?”.
¿Cuánto tiempo durará este sistema religioso, con sus hábitos y patrones de adoración terrenal, con sus ceremonias religiosas y sus leyes de origen humano? ¿Por cuánto tiempo más, la tradición oscurecería la verdad acerca del ministerio de Jesús como nuestro Sumo Sacerdote en el santuario celestial? La respuesta está en Daniel 8:14:
“Y dijo: hasta dos mil trecientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”.
¿Qué quiere decir, hasta dos mil trecientas tardes y mañanas y entonces el santuario será purificado? En este texto hay dos cosas que deben ser estudiadas hoy. Primero, hay un período de tiempo. “Dos mil trecientas tardes y mañanas”. Segundo, hay un evento. “El santuario será purificado”. Veamos primero el tiempo y después el evento. Daniel 8:16-17 dice:
“Y oí una voz de hombre entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, enseña a éste la visión. Vino luego cerca de donde yo estaba; y con su venida me asombré, y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo: entiende, hijo de hombre, porque la visión es para el tiempo del fin”.
¡Un momento! ¿Está hablando esta visión acerca del tiempo del fin? Bueno, una cosa debe tenerse en cuenta, que Daniel 7, no está hablando acerca del santuario terrenal, sino del celestial. Esto se puede probar con el versículo 17.
De acuerdo a lo estudiado, el templo terrenal fue destruído por Tito y por el ejército romano en el año 70 d.C. El único santuario que permanecería hasta el fin, es el santuario celestial. Entonces la visión se aplica al tiempo del fin. Al tiempo cuando la verdad de Dios sea desafiada. Al tiempo cuando el sistema religioso terrenal oscurezca la hermosura de la verdad del sacerdocio mediatorio de Cristo en el santuario celestial. Al tiempo cuando Satanás intente oscurecer el significado de la obra especial del juicio que Cristo hará en el santuario celestial. Al tiempo cuando Cristo esté delante del Padre presentando su sangre en favor de los pecadores arrepentidos.
Hablando de ese día del juicio, este es el tiempo cuando el pueblo de Dios debería sentir un profundo arrepentimiento y deseo de confesar sus pecados. La verdad sobre el santuario celestial, revela que Cristo es el verdadero Sacerdote de los hombres. Y que está ansioso de impartir perdón al pecador, y de impartir poder para vencer al pecado.
El Antiguo Testamento enseña, que de la misma forma en que eran cortados del campamento de Israel, aquellos que no se arrepentían y confesaban su pecado, serán cortados también del plan de salvación aquellos que permanezcan en el pecado cuando la obra mediadora de Cristo sea completada. Daniel 8:19 dice:
“Y dijo: he aquí yo te enseñaré lo que ha de venir al fin de la ira; porque eso es para el tiempo del fin”.
Entonces los 2.300 días de Daniel 8:14, nos llevan al tiempo del fin. Al tiempo cuando la corte celestial se siente para realizar su sesión. Al tiempo cuando la mente de los hombres estén dirigidas hacia Jesús, que estará en el santuario celestial. Al tiempo cuando Dios esté listo para invitar a hombres y mujeres a entrar con él en una experiencia especial de arrepentimiento y perdón de los pecados.
El Principio de Día por Año. Es obvio que los dos mil y trecientos días que empezaron en los días de Daniel, no lleguen hasta nuestros días. Y mucho menos hasta el tiempo del fin. Pues, 2.300 días son solamente siete años. ¿Dónde encontramos la clave para entender el valor profético de los 2.300 días? Primeramente voy a hacer una pregunta. ¿Has visto un mapa que tiene una escala en kilómetros al pie de la página? Puede ser que diga, un centímetro es igual a 25 kilómetros o a 50 kilómetros. En la Biblia hay una medida profética que se aplica a las profecías de Daniel y Apocalipsis. Ver Números 14:34:
“Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocísteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día y conoceréis mi castigo”.
Este texto dice: “Un día equivae a un año”. En unión de otros textos, Números 14 muestra que en profecías bíblicas, un día es igual a un año. Dios dijo a Israel, por cada día que tú estuvísteis enviando personas para reconocer la tierra, en vez de ir a conquistarla, y por tu falta de fe, estarás vagando por el desierto un año por cada día. Esta medida profética se aplica también a las profecías de Daniel y Apocalipsis. Esto no quiere decir que cada vez que se lea en la Biblia, la palabra “día” (como en la semana de la creación) equivale a un año. Pero, en la secuencia del tiempo profético de Daniel y Apocalipsis, un día equivale a un año literal.
Teniendo como base lo anteriormente dicho, damos por sentado que el período de los 2.300 días, que tiene su principio en alguna fecha del Antiguo Testamento, se extenderá hasta el tiempo en que el santuario sea puruficado.
El Santuario Terrenal.
¿Qué significa la purificación dl santuario? En tiempos del Israel antiguo, Dios dijo a los israelitas en Exodo 25:8: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos”. La Biblia habla de dos santuario, uno en la tierra y otro en el cielo. El santuario terrenal fue hecho de acuerdo al modelo del santuario celestial. El santuario terrenal fue hecho para revelar el plan de la salvación. Este santuario tenía dos servicios: uno, llamado servicio diario, y otro llamado servicio anual. El diario tenía como propósito, proveer el perdón del pecador que se arrepentía. El servicio anual era un servicio especial que se hacía en cierta fecha del año, llamada “día de la expiación”. Si entendemos acerca del día de la expiación del santuario terrenal, podremos entender acerca del día de la expiación del santuario celestial, y también de los 2.300 días que llegan hasta el tiempo del fin. Veamos pues algo acerca del santuario terrenal y del día de la expiación.
Dios dio a Moisés las siguientes instrucciones en Exodo 25:8 y Exodo 25:40:
“Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos”.
“Mira y hazlo conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte”.
El santuario terrenal estaba dividido en tres partes. El altar de la ofrenda del sacrificio y le fuente estaban en el atrio. Este era el lugar donde el pecador sacrificaba la víctima, luego el sacerdote lavaba sus manos en la fuente y rociaba la sangre en el velo del tabernáculo. El tabernáculo estaba dividido en dos partes: el Lugar Santo
y el Lugar Santísimo. En el Lugar Santo estaban: la mesa de los panes, el altar del incienso y el candelero. En el Lugar Santísimo estaba el arca del pacto que tenía la ley de Dios. El Lugar Santo estaba separado del Lugar Santísimo por un velo. Era en este velo donde el sacerdote rociaba la sangre de la víctima. Otra cosa que hacía el sacerdote, era poner sangre en los cuernos del altar del incienso. Pero el pecador era perdonado solamente cuando la sangre era rociada frente al velo. La sangre era rociada frente al velo, porque detrás estaba el arca que tenía la ley de Dios. Lo que se quiere enseñar a través de este servicio del santuario terrenal, es que el pecador podía ser perdonado solamente por medio del sacrificio de un cordero y de la sangre rociada frente al velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo. Es decir, que el pecador era perdonado por la fe que ejercía en el cordero que simbolizaba al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Pablo dice en Hebreos 10:22, “Sin derramamiento de sangre, no hay remisión de pecado”. Entonces, la fe era necesaria, pero era necesario también sacrificar el cordero.
Veamos por un momento el servicio del santuario terrenal. Suponga usted que una persona ha pecado. Reconoce que ha pecado y sabe que merece la muerte. Está conciente que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Sabe que no hay ninguna forma de poder rehacer su vida a la vida anterior, antes de pecar. Sabe que la Biblia enseña que el “pecado es la transgresión de la ley” (1 Juan 3:4). Por consecuencia, su pecado ha sido una desobediencia o rebelión contra la ley de Dios. Y si todo el que transgrede la ley debe morir, pues él debe morir.
Esta es una persona que tiene una gran carga de pecado. ¿Hay alguien en nuestra sociedad que tiene una gran carga de culpabilidad sobre su conciencia? Es posible que haya alguien aquí esta noche. Alguien que ha pecado, y el peso de ese pecado está golpeando su vida. Sabe usted que las oficinas de los psiquiatras, en muchas partes del mundo, están atestadas de personas que tienen grandes cargas de culpabilidad. Personas que se sienten culpables y buscan la forma de como escapar de esa culpabilidad.
Volviendo otra vez al santuario, hemos visto que era necesario que el pecador trajera un cordero. Es decir, cuando una persona estaba cargada de culpabilidad, y una nube deprimía su ser, se sentía privado de toda esperanza, pues sabía que tenía que morir. Ahora, aquí estaba su oportunidad. La provisión estaba a su alcance. El ha decidido libertarse de ese pecado. Ahora lo podemos ver trayendo un cordero sin mancha. Se aproxima hacia la puerta del atrio. Pone sus manos sobre la víctima. Confiesa su pecado. La sangre es rociada frente al velo, y la carga del pecador es quitada. Ver Levítico 1:3:
“Si su ofrenda fuese holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Jehová”.
¿Por qué tenía que ser un sacrificio sin mancha? Porque este cordero representaba a Cristo, el Cordero sin mancha y sin defecto. Una cosa debe notarse; nadie obligaba al pecador a traer el cordero. El lo traía por su propia voluntad. Pero, ¿por qué debía poner sus manos sobre la cabeza de la víctima? La enseñanza bíblica es: “Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya” (Levítico 1:4). ¿Puedes imaginarte a esta persona? Está cargada de culpabilidad. Pero ahora camina hacia el santuario. Lleva su ofrenda con él. Pone su mano sobre la cabeza del sacrificio y dice: “Señor, he pecado, sé que merezco la muerte. Pero, Señor, Tú has dicho que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecado. Señor, yo trigo mi ofrenda conmigo, vengo a confesar mi pecado. Cuando el pecado es confesado, este es transferido del pecador al cordero. El cordero es crucificado por el pecador. La sangre del cordero (simbólicamente) limpia al pecador. El cordero es aceptado en lugar del pecador. El inocente muere en lugar del culpable. El cordero da su vida para que el pecador tenga vida.
El sacerdote lleva la sangre del animal y la rocia frente al velo que divide al Lugar Santo del Lugar Santísimo; exactamente frente al lugar donde está la ley que había sido quebrantada por el opecador. La sangre del cordero señala a Cristo quien sería el sacrificio por los pecados de todos los hombres. Ahora el pecado ha sido transferido del pecador al cordero, y del cordero al santuario. El pecador está libre. La carga ha sido quiatad y no siente que es un pecador que está condenado.
Un Símbolo para Nosotros.Si hay alguien aquí que se siente cansado por la culpabilidad de su pecado, y siente que está condenado, yo tengo buenas nuevas para esa persona. Esa culpabilidad puede ser removida. Esa carga puede ser quitada. Lo único que hay que hacer es tomar un sustituto y venir, y ese sustituto (cerodero) llevará tus pecados y tu carga. Todo lo que se hacía en el santuario terrenal, ha sido hecho para mostrar la hermosura del plan de la salvación. Juan el bautista dijo en Juan 1:29 “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Cuando Cristo vino a esta tierra, Juan Bautista dijo: “He aquí el Cordero de Dios”. Cristo, el Cordero de Dios, el Cordero sin mancha. Vivió en esta tierra una vida sin pecado, y murió la muerte que Él no merecía morir. Ese Cordero sin mancha, es mi Cordero. Es tu Cordero. Es nuestro sustituto. Al venir hacia él, en mi imaginación, y postrarme ante Él, veo al Cordero sin mancha. Veo al Cristo sin pecado. El Cordero perfecto muriendo en mi lugar. Siento que no son los clavos los que le están matando, no es la corona de espinas, ni la espada que hiere su costado, sino mis pecados. Y al salir la sangre de su costado, siento que esa sangre limpia mis pecados. “Siento que no hay más condenación para los que están en Cristo Jesús”. Ahora la culpa ha sido quitada y estoy libre de esa carga.
Es posible que haya alguien aquí que ha llevado esa carga por muchos años, pero en este momento siente que esa carga puede ser transferida al sustituto, al Cordero, a Cristo.
Hace poco tiempo, vino una dama a ver a un consejero. Esta dama había dejado a su esposo para irse con otro hombre. El consejero, después de hablar con ella, le pidió que le dijera la causa de su culpabilidad. Entonces ella le dijo: “Mi vida está como una vasija de barro que es arrojada al piso y hecha mil pedazos. ¿Cómo puedo juntar todos esos pedazos para poderla unir otra vez?”. esta dama estaba cargada de culpabilidad, su vida estaba destruída. Vivía una vida sin paz. Caminaba como una extranjera, sin Dios. Buscaba la solución de su problema, sin esperanza de poderla encontrar. Entonces el consejero leyó 1 Juan 1:9:
“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados”.
El compartió con ella la belleza de la enseñanza que encierra el servicio del santuario terrenal, donde el pecador venía cargado de pecado, pero llegaba al lugar donde podía confesar su pecado, donde su pecado era transferido al cordero. El cordero era matado y su sangre era rociada frente al velo. Luego sus pecados eran perdonados. Estaba libre de la carga, porque el cordero había llevado su carga. Ahora estaba libre, estaba limpia. La dama había encontrado la forma de libertarse de su culpabilidad. Ahora podía rehacer su vida. Su pecado podía ser perdonado. Su vida podía ser cambiada, y podía iniciar una nueva vida. Por supuesto, habían varias cosas que debían hacerse, antes de iniciar esa nueva vida. Pero ahora sabía que había esperanza.
Es posible que alguien aquí esté pasando una situación como la de esa dama, y hoy decide vivir una nueva vida. Quiere vivir una vida correcta. Bueno, una cosa que todo pecador debe hacer es confesar sus pecados. Es decir, transferir sus pecados al sustituto. Transferir sus pecados a Jesús, y Él con Su sangre limpiará tu pecado, y serás limpio, porque tu pecado ha sido perdonado. Pero eso no es todo. Lo más maravilloso es que tú eres aceptado por el Padre como una persona que nunca ha pecado.
El Día de la Expiación.En el servicio diario, el pecado era transferido del pecador al sustituto y luego al santuario. Pero una vez al año se celebraba una fiesta (servicio) que se llamaba “el día de la expiación”. En esta fecha todo Israel se reunía en ese lugar. Todo el año los pecados habían sido confesados y transferidos al tabernáculo. Así, en forma simbólica, el santuario estaba contaminado. Por esta razón, era necesario, que una vez al año, el santuario fuera purificado. Levítico 16:7-11 presenta una descripción de ese día:
“Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación. Mas el macho cabrío por el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto. Y hará traer Aarón el becerro que era para expiación suya, y hará la reconciliación por sí y por su casa, y degollará en expiación el becerro que es suyo”.
En el día de la expiación no se hacía ningún trabajo. Este era un día de ayuno y oración. En ese día se traían dos machos cabríos; uno, llamado para Jehová. Otro, para Azazel. El macho cabrío para Jehová era degollado. No se confesaba ningún pecado sobre él. El sumo sacerdote tomaba la sangre y la llevaba dentro del santuario y al aproximarse al lugar donde estaba la ley de Dios, en el Lugar Santísimo, rociaba con ella en el lugar donde simbólicamente estaba la misericordia de Dios. Este era el principio de la expiación. Después limpiaba también el Lugar Santo y posteriormente el atrio. Simbólicamente el sacerdote había estado llevando los pecados que habían sido confesados durante todo el año. Ahora en forma simbólica los saca del santuario y los pone sobre el macho cabrío que representa a Azazel. Luego éste es llevado al desierto para morir. Después de toda esta ceremonia, Israel estaba limpio de todos los pecados cometidos durante todo el año. Ahora, era el comienzo de una nueva vida.
El servicio que se realizaba en el santuario, encerraba dos puntos importantes para el pueblo de Israel. Primero, era un día en el cual el pueblo participaba (Levítico 16:29, 33). Segundo, en ese día no había un solo israelita que fuese sólo un observador. Levítico 16:29-30 dice:
“Y esto tendréis por esatuto perpetuo: en el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová”.
En el día de la expiación, Israel se reunía en el santuario, no sólo para confesar sus pecados, sino para estar seguro que todas las cosas estaban en armonía entre él y su Dios. En ese día, los israelitas confesaban sus pecados y buscaban una armonía más cercana con Dios.
El día de la expiación era también un día de juicio. Cualquiera que no participaba en esa ceremonia, era cortado del pueblo de Israel. Así, indiscutiblemente, éste era también un día de juicio.
Poniendo Todo en Armonía.
Pongamos todo el concepto estudiado, en el libro de Daniel. Después de ver en Daniel 7, el levantamiento y caída de los imperios, la división del imperio romano, la perversión de la verdad, por el cuerno pequeño, y el poder que va a establecer sus principios en contra de los principios de Dios, llegamos al tiempo del juicio. Ver Daniel 7:9-10:
“Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos”.
Daniel 7, después de presentar el levantamiento y caída de los imperios, presenta un juicio celestial. Daniel 8, después de presentar la forma en que el cuerno pequeño desafía la verdad, presenta un día de expiación en el santuario celestial. Ya se ha visto que una fase del servicio del día de la expiación en el santuario terrenal, era un juicio. Entonces al venir a Daniel 8, y en comparación con el servicio del santuario terrenal, encontramos un día de expiación, pero no el terrenal, sino en el santuario celestial. Esto es lo que el profeta quiere decir en Daniel 8:1.
Siendo que la Biblia habla de dos santuarios: uno terrenal y otro celestial, ¿de cuál santuario está hablando Daniel? ¿Está hablando del santuario terrenal o del celestial? Siendo que existirá sólo un santuario para el tiempo del fin, es lógico pensar que Daniel 8 se refiere al santuario celestial.
Partiendo desde el primer imperio, y continuando a través del levantamiento y caída de ellos, siguiendo con la división del imperio romano, con el poder del cuerno pequeño, que sustituye la verdad por la tradición. El cuerno que echa por tierra la verdad de Dios, que intenta cambiar la ley de Dios, que persigue al pueblo de Dios y que oscurece el sistema de adoración celestial. Llegamos a un momento cuando el pueblo de Dios volverá su vista otra vez hacia el santuario celestial, hacia los 2.300 años, hacia Jesús como su Sumo Sacerdote, hacia el momento cuando Jesús pasa del Lugar Santo al Lugar Santísimo. Pero, antes que esto llegue a su final, él invita a su pueblo a separarse de los sistemas tradicionales que han quitado de su mente lo que la palabra de Dios enseña acerca del santuario celestial. Siendo que estamos viviendo en ese tiempo final, él nos invita a que nos arrepintamos de nuestros pecados y los confesemos. El tiempo del juicio del santuario celestial, ha llegado ya. Pronto llegará el día cuando los pecados tendrán que ser puestos sobre Lucifer, y enviado para que sea destruído con todos los malos. Esto será el final del juicio. Pero este día no será solamente de destrucción y muerte. Este día será también un día de gozo, un día de alegría para los que hayan de ser redimidos.
Todavia no havemos concluído:La próxima semana estudiaremos como se realizará este juicio en el santuario celestial. Al entrar en Daniel 9, vamos a estudiar también la profecía de los 2.300 años. Enfocaremos nuestra atención en una de las profecías más sorprendentes, que señala el bautismo y la muerte de Jesús. Y que predice también la fecha cuando el evangelio dejaría de ser específicamente para los judíos y sería llevado a los gentiles. Y finalmente el comienzo de la iglesia del Nuevo Testamento. Además, esta profecía predice claramente la fecha de la apertura de ese juicio y la expiación del santuario celestial.
Apelación:Amigo, en este momento quiero que considere dos cosas. Primero, que Cristo es considerado en el Antiguo Testamento, como el Cordero que muere y como el Sacerdote que vive. Hay alguien aquí que está cargado de la culpa del pecado? ¿Hay alguien que siente que está separado de Dios? Cristo, el Cordero que muere, puede proveer para ti un completo perdón. El conoce lo profundo de tu corazón. Sabe que tienes una necesidad. Por eso, es que puede proveer todo lo que necesitas, puede además, proveer una completa aceptación ante el Padre. Si tus pecados han sido acumulados, en este momento todos ellos pueden ser perdonados. Por qué no le dice hoy, “Padre, sé que no hay otra manera en que pueda purgar mis pecados, sé que no hay otra forma en que yo pueda hacer sacrificio por mí mismo, por eso vengo esta noche hacia ti. Quiero confesarte mis pecados. Señor, creo que tú puedes perdonarme”. Amigo, esta noche, Él no es solamente un cordero que muere. No es sólo un cordero cuya sangre cubre tus pecados. Esta noche Él es también, un Sacerdote viviente, que siente tu dolor, que escucha tu petición, que ve cuando avanzas hacia el santuario para confesar tu pecado. Amigo, por qué no le dices, “Señor, en esta hora, no quiero que haya alguna cosa que se interponga entre tu y yo. Te rindo mi temperamento. Te rindo mis pensamientos impuros. Rindo delante de ti, mis deseos deshonestos, mi lengua mentirosa y mis deseos por las cosas mundanas. Reconozco que Tú eres mi sacerdote, por eso, te rindo todo en esta hora”.
Hay alguien en esta hora, que levantando su mano, quiere decir al Señor, “Señor, quiero entregarte mi vida. Quiero aceptar la oferta del perdón de mis pecados. Quiero aceptar esa oferta de ser libre de mi culpabilidad. Quiero ser tu hijo. Señor, vengo a ti en esta hora, confesando todos mis pecados. Quiero que vengas a mi vida y la cambies”. ¿Hay alguien en esta hora que siente lo que hemos dicho, y quiere levantar su mano? Sí, hay alguien. El Señor ve vuestras manos, y Él os va a perdonar. Que Dios os bendiga...