Por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. 2 Tim. 1: 6
En el antiguo Israel en el momento de recoger el santuario, había varias responsabilidades que había que cumplir, entre las cuales estaban los que debían levantar el campamento, los que llevaban las estacas, los que arr
eglaban las cortinas, los que movían las columnas,
los postes. etc.
En esencia la tribu de Levi tenía responsabilidades en el movimiento del santuario y el campamento.
Pero una de esas importantes responsabilidades era mantener encendidas las lámparas en el Santuario y como para todo el Señor les había dado instrucciones precisas sobre esto: »Ordénales a los israelitas que te traigan aceite puro de oliva, para que las lámparas estén siempre encendidas. 21 Aarón y sus hijos deberán mantenerlas encendidas toda la noche en presencia del Señor, en la Tienda de reunión, fuera de la cortina que está ant
e el arca del pacto. Esta ley deberá cumplirse entre los israelitas siempre, por todas las generaciones. Ex. 27: 20-21
Vamos al N.T donde veremos algo semejante en la vida de un guerrero del Señor, el apóstol Pablo esta por morir y da uno de los consejos menos comentados en la vida cristiana juvenil.
Y lo que le dice a Timoteo como consejo final no es, cásate con una chica linda, se buen predicador, cuida la iglesia, le dice Por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. 2 Tim.1: 6 todo lo mencionado antes es importante pero fíjate qué consejo le da Pablo a Timoteo.
Y este es uno de los consejos menos tomados en cuenta aún por nuestros líderes, debemos avivar el don de Dios que hemos recibido, y no me refiero a don espiritual especifico sino a mantener tu vida espiritual encendida.
Muchas veces nuestros malos hábitos hacen que no le pongamos aceite puro a nuestras lámparas espirituales, porque ese aceite es importante que sea puro, porque si no nuestras lámparas no darán la luz que requiere Dios para un ejemplo satisfactorio.
Hay una manera de ordenar nuestra vida mental en más de un nivel a la vez. A un nivel podemos estar p
ensando, discutiendo, viendo, calculando, cumpliendo todas las demandas de los asuntos externos. Pero por dentro, entre bastidores, a un nivel más profundo, podemos estar en oración y adoración, cantando y alabando, y siendo moderadamente receptivos a la inspiración divina.
En la Encarnación, Dios hijo toma el cuerpo y el alma humana de Jesús, y, a través de ello, introduce todo el entorno de la naturaleza, toda la condición de la criatura humana, dentro de su propio ser.
Así que ‘el que descendió del cielo’ casi puede traducirse como ‘el cielo dejó que la tierra entrara en él’, y así Dios conoció, desde antes que todos los mundos, el localismo, la limitación, el sueño, el sudor, la fatiga, la preocupación, la frustración, el dolor, la duda y la muerte desde dentro.
La luz pu
ra camina sobre la tierra; la oscuridad, recibida dentro del corazón de la deidad, queda absorbida allí. ¿Dónde se puede ahogar la oscuridad si no es en la luz increada?
Así que lo que Dios quiere de ti es que prosigas adelante y no desmayes en adquirir aceite puro para hacer arder tu lámpara, porque en el versículo 21 de Ex. 27 dice que esto se debe cumplir en su pueblo por todas las generaciones.
En el Griego anazopuréo significa: “renovar la llama”, “reavivar”; es lo que diariamente debemos hacer, reavivar ese don que Dios puso en nosotros, así que te reto a mantener tu lámpara encendida y que siempre tu ocupación sea buscar el aceite puro que Dios te recomienda buscar diariamente en oración.
Bendiciones mil!
“Tu vida es el regalo de Dios para ti; haz de ella tu regalo a Dios”
Por Martin Santana
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