Es mejor que mi señor se adelante a su siervo, que yo seguiré al paso de la
manada y de los niños, hasta que nos encontremos en Seír. Génesis 33:14.
La vorágine de nuestros días, que nos presiona
para realizar todo a mayor velocidad, todo tiene un plazo que vence y nos insta
a correr para llegar a tiempo. En esa
premura podemos olvidar que como hogar, como iglesia y como sociedad no
caminamos solos, junto a nosotros van nuestros niños, el peligro es que nos
olvidemos de esto y recordarlo demasiado tarde, y ellos estén tan atrás que no
nos puedan alcanzar. Hay riesgos que
ellos enfrentan en la vida actual. La Biblia nos invita a caminar al paso de
los niños, recorrer el camino junto a ellos.
Ellos requieren de adultos que los amen, cercanos e interesados en sus
necesidades, que dedican tiempo para compartir de su compañía y que sean
modelos a quienes seguir.
Hoy los niños enfrentan riesgos en su crecimiento.
Situaciones difíciles, muchas de ellas complejas y muy difíciles de sobrellevar
e incluso de entender. La primera es la violencia, un mal social horrible que
somete al miedo y al dolor a los niños.
Ésta se encuentra presente para algunos en todos lados, pues conviven
con ella en su hogar, vecindario, colegio, en el país, en los programas que ven
en la televisión, por ello socialmente es aceptada en algunos estratos de la
comunidad, sintiéndola como una defensa para enfrentar la vida. Niños violentados física, mental, social y
sexualmente aparecen
frecuentemente en las noticias, mostrándonos la peor cara de nuestra “humanidad”.
frecuentemente en las noticias, mostrándonos la peor cara de nuestra “humanidad”.
La segunda situación de riesgo para los niños es
cercana a esta, diríamos que es una violencia pasiva, este es el abandono y la
indiferencia. Esta realidad no es
difícil de encontrar, no pensemos que solamente es ver a un niño en la calle
practicando la mendicidad, la drogadicción, la prostitución (aunque nos duela
el corazón de sólo mencionarla), etc.
También se puede considerar a aquellos padres que por razones de las
autoexigencias sociales, trabajan los dos en casa, todos los días de la semana
y hasta bien tarde, es válido
preguntarnos ante esta realidad, ¿quién forma a nuestros hijos cuando no
estamos en casa? Posibles respuestas pueden ser la tecnología, internet con
toda la variedad que trae, salas de chat, juegos online, y las comunidades como
facebook, twitter, los blogs, fotolog.
Además el peligro asociado a los contenidos y las personas que acechan
en la web. Los videojuegos son otra práctica común entre los niños y
adolescentes que permean su mente, formando o malformando su carácter y
personalidad.
Un tercer elemento es la sobreprotección y sobrevaloración. La primera está basada en el temor a que nuestros hijos sean
dañados en el medio que se desarrollan, por ello algunos padres limitan
exageradamente todo contacto de los suyos con sus semejantes, produciendo en la
práctica asfixia social, algo así como
una burbuja, como resultado de esta actitud encontramos niños socialmente
invisibles, muy tímidos, sin pensamientos propios, sin carácter y
personalidad. La sobrevaloración
también es una exageración, de las
virtudes de los niños, haciéndole sentir como la única persona del mundo. Fruto de todo esto encontramos niños altivos,
desafiantes, ególatras, vanidosos.
Características que les generarán seguramente mucha soledad en el
presente y en el futuro.
¿Cómo enfrentar estas situaciones y formar
correctamente a nuestros pequeños?.
El texto
bíblico nos plantea un desafío dado por Jacob, caminar al paso de los niños.
Entender esto es importante para producir un carácter cristiano maduro en lo
futuro. En la metáfora del caminar,
nuestros niños no requieren que los empujemos a caminar, tampoco que los
abandonemos en su caminar, ni que
caminemos por ellos o que nos quedemos admirando su caminar.
El Señor nos mostró en su actuar como
hacerlo. El primer factor protector es
el amor, manifestado en nuestro Salvador, fruto del Espíritu Santo, el
principal regalo de Dios en nuestra comunión con él. El amor dará a la familia paz, armonía, afecto,
felicidad que se transmitirá en las cosas cotidianas. Caminar al paso de los niños requiere un amor
profundo por ellos, de manera honesta,
cariñosa, alegre. Hará la experiencia
cotidiana algo bello, cálido y feliz.
Caminar al paso de los niños también requiere
cercanía, así como Jesús vino al mundo a salvar a los perdidos, se acercó para
compartir nuestra humanidad. Los menores
requieren que estemos cerca, caminar juntos la vida. La seguridad que brinda a un niño la
presencia de un adulto significativo es fundamental en su desarrollo emocional,
intelectual y social. Compartir
experiencias juntos, puede ser el culto familiar, una tarea, un campamento de
conquistadores, una caminata, un juego en el parque, etc. Hay tantas oportunidades para estar cerca de
ellos, debemos aprovechar la mayor parte, una madre o un padre, ambos o un
adulto que está a cargo de niños si es cercano desde pequeño a un ser humano,
tendrá la bendición de ser siempre parte de su vida.
El último elemento a destacar es el ejemplo,
cuando caminamos al paso de los niños, ellos nos miran como caminamos, la imitación de nuestros pasos es inevitable.
Es por esto que somos responsables ante Dios por el ejemplo que legamos a
nuestra descendencia o a aquellos de quienes estamos a cargo.
Estos elementos protectores son válidos para los
hogares, para los profesores, capellanes, pastores, preceptores. Para todo aquel que esté interesado en
caminar al paso de los niños.
Pastor Juan Carlos Carvacho
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