05/03/2010

UN SACERDOTE TAL

"Así que, la suma acerca de lo dicho es: Tenemos tal pontífice que se asentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; Ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre" (Heb. 8:1 y 2).

Esta es "la suma" o esencia del sumo sacerdocio de Cristo, tal como presentan los primeros siete capítulos de Hebreos. Dicha "suma" o conclusión no es simplemente el hecho de que tengamos un sumo sacerdote, sino específicamente que tenemos un tal sumo sacerdote. "Tal" significa "de cierta clase o tipo", "de unas características tales", "que es como se ha mencionado o especificado previamente, no diferente o de otro tipo".

Es decir, en lo que precede (los primeros siete capítulos de la epístola a los Hebreos) debe haber especificado ciertas cosas en relación con Cristo en tanto que sumo sacerdote, ciertas calificaciones por las que fue constituido sumo sacerdote, o ciertas cosas que le conciernen como sumo sacerdote, que quedan asumidas en esta afirmación: "Así que, la suma acerca de lo dicho es: Tenemos un tal sumo sacerdote".

Para comprender esta escritura, para captar el verdadero alcance e implicaciones de tener "un sumo sacerdote tal", es pues necesario examinar las partes anteriores de la epístola. La totalidad del capítulo séptimo está dedicada al estudio de ese sacerdocio. El capítulo sexto concluye con la idea de su sacerdocio. El quinto está dedicado casi íntegramente a lo mismo. El cuarto termina con él; y el cuarto capítulo no es sino una continuación del tercero, que empieza con una exhortación a "considerar el Apóstol y Pontífice [sumo sacerdote] de nuestra profesión, Cristo Jesús". Y eso, como conclusión de lo que se ha expuesto con anterioridad. El segundo capítulo termina con la idea de Cristo en tanto que "misericordioso y fiel Pontífice", y una vez más, también a modo de conclusión de cuanto lo ha precedido en los primeros dos capítulos, ya que aunque haya dos capítulos, el tema es el mismo.

Lo comentado muestra claramente que por sobre cualquier otro, el gran tema de los primeros siete capítulos de Hebreos es el sacerdocio de Cristo; y que las verdades allí enunciadas, sea en una u otra forma, no son más que diferentes presentaciones de la misma gran verdad de su sacerdocio, resumido todo ello en las palabras: "tenemos tal pontífice".

Por lo tanto, habiendo descubierto la verdadera importancia y trascendencia de la expresión "tenemos tal pontífice", lo que procede es comenzar desde el mismo principio, desde las primeras palabras del libro de Hebreos, y mantener presente la idea hasta llegar a "la suma acerca de lo dicho", fijando siempre la atención en que el pensamiento central de todo cuanto se presenta es "tal pontífice", y que en todo cuanto se dice, el gran propósito es mostrar a la humanidad que "tenemos un sumo sacerdote tal". Por plenas y ricas que puedan ser las verdades en sí mismas en relación con Cristo, hay que mantener siempre en la mente que esas verdades allí expresadas tienen por objetivo final el mostrar que "tenemos tal pontífice". Y estudiando esas verdades tal como se nos presentan en la epístola, deben considerarse como subordinadas o tributarias a la gran verdad que se define como "la suma acerca de lo dicho": que "tenemos tal pontífice".

En el segundo capítulo de Hebreos, como conclusión del argumento presentado, leemos: "Por lo cual, debía ser en todo semejante a los hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel pontífice en lo que es para con Dios". Aquí se establece que la condescendencia de Cristo, el hacerse semejante a la humanidad, el ser hecho carne y sangre y morar entre los hombres, fueron necesarios a fin de poder "venir a ser misericordioso y fiel pontífice". Ahora bien, para poder apreciar la magnitud de su condescendencia y cuál es el significado real de su estar en la carne, como hijo de hombre y como hombre, es necesario primeramente saber cuál fue la magnitud de su exaltación como hijo de Dios y como Dios, y ese es el tema del primer capítulo.

La condescendencia de Cristo, su posición y su naturaleza al ser hecho carne en esta tierra, nos son reveladas en el segundo capítulo de Hebreos más plenamente que en cualquier otra parte de las Escrituras. Pero eso sucede en el segundo capítulo. El primero le precede. Por lo tanto, la verdad o tema del capítulo primero, es imprescindiblemente necesaria para el segundo. Debe comprenderse plenamente el primer capítulo para poder captar la verdad y concepto expuestos en el segundo.

En el primer capítulo de Hebreos, la exaltación, la posición y la naturaleza de Cristo tal cuales eran en el cielo, antes de que viniese al mundo, nos son dadas con mayor plenitud que en cualquier otra parte de la Biblia. De lo anterior se deduce que la comprensión de la posición y la naturaleza de Cristo tal como eran en el cielo, resulta esencial para comprender su posición y naturaleza tal como fue en la tierra. Y puesto que "debía ser en todo" tal cual fue en la tierra, "para venir a ser misericordioso y fiel pontífice", es esencial conocerlo tal cual fue en el cielo. Esto es así ya que una cosa precede a la otra, constituyendo, por lo tanto, parte esencial de la evidencia que resume la expresión "tenemos tal sumo sacerdote".

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