
Adán era el representante de la familia; por lo tanto, su pecado fue un pecado representativo. Cuando vino Jesucristo, vino a tomar el lugar del Adán que cayera. "El primer Adán fue hecho un ser viviente. El postrer Adán, un espíritu vivificante" (1 Cor. 15:45). El segundo Adán es Jesucristo hombre, y Él vino para unir la familia humana con la divina. Dios nos es presentado como el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda la familia de los cielos y de la tierra (Efe. 3:14 y 15). Jesucristo, el Hijo del Dios viviente, vino a esta parte de la familia a fin de poder restaurarla, para que pudiera existir...
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