Ved lo que eso significa, en relación con los sufrimientos vicarios. No es simplemente que Jesucristo viniese del exterior, y viniese a nuestro lugar como lo haría un forastero; sino que uniéndose a nosotros por el nacimiento, toda la humanidad fue reunida en la divina Cabeza, Jesucristo. Él sufrió en la cruz. Por lo tanto, en Jesucristo, fue toda la familia la que fue crucificada. "El amor de Cristo nos apremia, al pensar que si uno murió por todos, luego todos han muerto" (2 Cor. 5:14). Lo que demanda nuestra experiencia es que entremos en el hecho de que fuimos muertos en Él. Pero si bien es cierto que Jesucristo pagó todo el precio, llevó todo pesar, fue la humanidad misma; es igualmente cierto que ningún hombre recibe beneficio de ello, a menos que reciba a Cristo, a menos que nazca de nuevo. Sólo los que nacen dos veces pueden entrar en el reino de Dios. Los que son nacidos en la carne, tienen que volver a nacer; han de nacer del Espíritu, a fin de que lo que Cristo hizo en la carne, pueda serles de beneficio, a fin de poder estar verdaderamente en Él.
La obra de Cristo consiste en otorgarnos el carácter de Dios, y entonces Dios ve a Cristo y al carácter perfecto de Él, en lugar de ver nuestro carácter pecaminoso. En el mismo momento en que nos vaciamos de nosotros mismos, o permitimos a Cristo que nos vacíe del yo y creemos en Jesucristo, recibiéndole como a nuestro Salvador personal, Dios lo ve a Él como realmente a nuestro representante. Entonces no nos ve a nosotros ni a todo nuestro pecado. Ve a Cristo.
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